En medio de la pandemia del coronavirus, las personas contagiadas por dengue se multiplican en todo el país y los casos sospechosos se contabilizan en 26.351. Lejos de lo que el sentido común sostiene, que la enfermedad se instala en zonas rurales o fronterizas, el número de afectados en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó los 4.302 pacientes, de los cuales unos 2.134 fueron confirmados en laboratorio, según el último reporte epidemiológico del pasado 3 de abril.

Agustín Colombo (34) es uno de los vecinos de la Capital Federal que se toparon con el mosquito Aedes aeyipti hace dos semanas, en pleno arranque de la cuarentena preventiva y obligatoria por el coronavirus. Su barrio está en los alrededores de la Plaza Flores, por las calles Pedernera y Bonifacio. Periodista, Colombo escribió un artículo en primera persona para la revista Cítrica donde reflejó su calvario personal.

Vivo en Flores, el barrio donde el dengue es un tema de conversación que está al alcance de cualquiera, donde le gana por goleada al coronavirus en cada guardia de hospital o en cada clínica privada. La Comuna 7 es la más afectada de toda la Ciudad de Buenos Aires: ya acumula más de 500 casos confirmados”, señala el redactor en la nota “Dengue: la epidemia de la que nadie habla”.

“No suelo escribir en primera persona, no me gusta, pero me pidió un compañero que lo haga porque es algo que podía interesar. Ahora que estoy un poco recuperado pude escribir. Lo sentí como una necesidad dado que en serio la situación está desmadrada en el barrio, tenía la posibilidad de visibilizarlo”, indicó Colombo, en diálogo con Infobae.

El texto de Colombo refleja las distintas fases y preocupaciones en las que transitó el padecimiento. La fiebre, los dolores, la escasez de sueño o el tener que asistir cada dos días al hospital para revisar el nivel de plaquetas en sangre, para que no perforen su cantidad por debajo del número 50. Los valores normales son de 250, mientras que él registraba 112, una cifra con cierto riesgo inmunológico.

Agustín Colombo, el periodista que reflejó su contagio de dengue.
Agustín Colombo, el periodista que reflejó su contagio de dengue.

“Meterme en una guardia cada 48 horas, en este contexto, no me agradaba para nada”, reflexionó Colombo. “Lo que más me jodió de la enfermedad fue tener una fiebre de 39,5° durante cinco, seis días. Estuve diez días a la miseria, la verdad que me hizo asustar bastante. También tuve fuertes dolores de cintura. En el artículo menciono esto que dicen que es una fiebre ‘rompehuesos’. El dolor en la cintura era realmente insoportable, fueron noches sin poder dormir, era imposible de hacer”.

—Antes de contagiarte, ¿veías como una posibilidad contraer dengue?

—Tengo un compañero de laburo que vive en Flores, a la vuelta de casa, y me había avisado que había muchos casos de dengue, y ya había mosquitos. Unas semanas antes de que me agarre la enfermedad, en un patio lindero a nuestro departamento que está deshabitado, nos metimos para descacharrar. Lo veíamos como una posibilidad, pero siempre con la idea de que no me iba a suceder.

El dengue, presente

En la Capital Federal, la presencia de dengue presenta características de largo plazo, pero el aumento de las larvas y de los mosquitos adultos es un signo de este último tiempo, que coincide con un crecimiento de escala regional.

“Nos encontramos en una epidemia de dengue importante, algo mayor que la del 2009 y menor que la de 2016. Además, el tema de la cuarentena por la COVID-19 complica algunos casos, en el sentido de que no es fácil controlar el foco de transmisión cuando es difícil entrar a las viviendas”, indicó Nicolás Schweigmann, biólogo de Conicet y director del Grupo de Estudios de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.

“En el noroeste del país, los niveles de abundancia en 2018 nos resultaron parecidos a los de 1998, cuando fue el primer impacto epidémico de dengue del país y se empezó a hablar del tema. Y fueron 40 veces mas elevados que el valor umbral recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, agregó.

La concentración de pacientes de dengue, según el relevamiento del Gobierno de la Ciudad.
La concentración de pacientes de dengue, según el relevamiento del Gobierno de la Ciudad.

En relación a la Ciudad de Buenos Aires, los barrios más afectados –además de Flores– son los del sur porteño, como la Comuna 8 (Villa Soldati y Lugano), la Comuna 4 (Parque Patricios, Barracas, La Boca y Pompeya) y la 10 (Floresta, Monte Castro, Versalles, Villa Luro). El mapa de actividad del mosquito Aedes aegypti tiene forma de L y se concentra tanto en zonas precarias y residenciales en las cercanías a la autopista General Paz, como en Villa Devoto, Villa Urquiza o Saavedra. Pero lo cierto es que los vectores positivos alcanzan, prácticamente, a todos los rincones de la Capital Federal.

Los sensores de actividad en la Ciudad, desde 1998 hasta el presente, nos dieron que se fueron incrementando sistemáticamente, al punto de que ‘más que se duplicó’ desde que hay registros”, sostuvo Schweigmann.

Los expertos en la materia indican que son errados los enfoques “militares de combate al dengue” o “campañas” con fumigaciones. Plantean que realizar acciones preventivas durante el verano o esta época del año es una reacción “tardía”. Lo que ocurre en el país se trata de un desorden ambiental que, a través del mosquito, se favorece la propagación de la enfermedad.

En mayo los mosquitos adultos van a empezar a decaer. Con el fresco de abril habrá algo de disminución, pero no será total. Lo que hay que hacer es prevención durante el invierno, que si bien puede ser anti-lógico, contra-intuitivo, es el momento para eliminar agua y los huevos de los cacharros y todos los recipientes”, indicó el biólogo de la UBA, con más de 22 años de experiencia en investigación en el tema.

Los investigadores de mosquitos proponen, en contraposición, que se debe adoptar un enfoque de ambiente seguro, una dimensión biológica y educativa, que impida que el mosquito se reproduzca en las casas y zonas específicas. El Aedes aegypti se mueve en un radio de 40 o 50 metros, por lo que el control no solo es en las viviendas, sino que se debe dar en relación a las manzanas barriales.

“Esto se viene alertando desde hace 15 años. Los determinantes que podrían estar influyendo y donde el Estado puede intervenir es con programas en hospitales, manzanas y escuelas para que no haya criaderos. El sistema educativo es clave para la prevención. Por ejemplo, se comprobó en Salta que los chicos tienden a reconocer las larvas, y los padres se sorprenden de esto. Lo único que falta es conectar con el conocimiento”, concluyó Schweigmann.

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Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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