A 100 años del nacimiento de Evita, no sólo sigue vigente su legado político y su compromiso social sino también el recuerdo de un hecho que entristeció a los argentinos: el robo de su cadáver embalsamado por un comando de la Revolución Libertadora el 22 de noviembre de 1955.

Los enemigos de Juan Domingo Perón se habían ensañado al punto de la profanación ocultando sus restos y negándole impiadosamente a la familia toda noticia sobre su paradero. Pero 16 años después, la “abandera de los humildes” regresaba a los brazos de su marido para descansar en paz.

La devolución del cadáver de Evita por parte de los enemigos de Perón aparecía como un gesto de apaciguamiento, tras años de proscripción y persecución. Pero era también una señal de debilidad de un régimen en retirada.

Las imágenes que aquí se revelan provienen de manuscritos y de una filmación que el General Perón pidió hacer del cuerpo de su segunda esposa al serle restituido el 3 de septiembre de 1971 en su residencia Puerta de Hierro, donde permanecía exiliado tras ser derrocado por la Revolución Libertadora.

Eva Duarte falleció el 26 de julio de 1952, en Buenos Aires
Eva Duarte falleció el 26 de julio de 1952, en Buenos Aires

“Cuando entregan el cuerpo, se blanquea todo, dónde había estado. Además Perón percibió, lo contó después, que el chofer hablaba en italiano”, dijo a Infobae Osvaldo Papaleo, recordando el viaje que hizo a Madrid como enviado de Canal 9 en aquel septiembre de 1971 al enterarse de que era inminente la restitución del cadáver de Eva Perón.

María Eva Duarte de Perón había muerto de cáncer en 1952. Su cuerpo, embalsamado por el doctor Pedro Ara, estaba depositado en el edificio de la Confederación General del Trabajo (CGT), en la calle Azopardo, cuando fue robado. Desde aquel momento, circuló toda clase de rumores sobre su destino: que había sido arrojado al Río de la Plata, que había sido incinerado, incluso profanado…

Durante casi 16 años, Perón ignoró el paradero de los restos de su esposa. Incluso gestiones que hizo ante la Santa Sede –ya que la versión de una intervención del Vaticano había llegado a sus oídos- quedaron sin respuesta.

Los restos de Eva Perón ingresaron a España desde Italian bajo un nombre falso -el gobierno español hizo la vista gorda-: María Maggi de Magistris, el mismo que podía leerse en la lápida de la tumba en el Cementerio Mayor de Milán, donde estuvo sepultado desde el 13 de mayo de 1957.

Su cadáver fue embalsamado por orden del General Perón y luego exhibido en el edificio de la CGT
Su cadáver fue embalsamado por orden del General Perón y luego exhibido en el edificio de la CGT

“Era una gestión que había hecho directamente el Vaticano con el gobierno de entonces, con Aramburu, al cual le certifican que todo se iba a desarrollar en paz, y fue así, Evita realmente descansó en paz, bajo otro nombre, lamentablemente, pero descansó en paz”, dijo Osvaldo Papaleo, quien más tarde llegó a desempeñarse como secretario de Prensa del gobierno de Isabel Perón.

Papaleo está convencido de que, en ese marco, la intervención del Vaticano fue positiva. “Fue una opción bien elegida la Iglesia – dice-, porque en aquel momento Aramburu se encontraba arrinconado por los sentimientos de muchos de sus camaradas. Si no hubiera intervenido el Vaticano no hubiera tenido el cuerpo de Evita el tratamiento que tuvo, y el silencio que hubo durante tantos años, que calmó los espíritus”.

La lápida y la tumba secreta de Evita siempre estuvieron cuidadas. Regularmente llegaba dinero para su mantenimiento al cementerio de Milán.

En Madrid, los trámites ante las autoridades para permitir el curioso procedimiento de ingresar el cuerpo de la esposa del exiliado más notable de España bajo un nombre falso, corrían por cuenta del embajador argentino brigadier Jorge Rojas Silveyra.

Osvaldo Papaleo fue el primer periodista en llegar al sitio donde estuvo oculto el cadáver y pudo reconstruir el recorrido que hizo el extraño cortejo de Evita desde la clandestinidad de aquel cementerio italiano hasta Puerta de Hierro, la mítica residencia de su viudo en Madrid.

Perón se exilió en la residencia Puerta de Hierro, en Madrid, tras ser derrocado por la Revolución Libertadora en 1955
Perón se exilió en la residencia Puerta de Hierro, en Madrid, tras ser derrocado por la Revolución Libertadora en 1955

Cuando se realizó la restitución del cadáver, se redactó un acta que fue firmada por todos los presentes, y de la que aquí puede verse el original y la lapicera sheaffer con la cual Perón estampó su firma.

En el documento, Rojas Silveyra y Perón dejan “expresa constancia” de que el primero “ha procedido a entregar [al] Señor Juan Domingo Perón, con la plena conformidad de éste, una caja mortuoria que contiene los restos mortales de su señora esposa doña MARIA EVA DUARTE DE PERON”.

El acto fue firmada por el General Perón, el Embajador argentino Rojas Silveyra, el Padre Angelo (italiano), el Coronel Cabanillas (el que escondió el cadáver durante 16 años) , Jorge Paladino y López Rega, los dos padres mercedarios. La única que no lo hizo, por delicadeza, fue Isabelita.

Para dejar constancia del estado en el cual le entregaron los restos, Perón ordena hacer la filmación que aquí se muestra por primera vez.

Como no estaba realmente convencido de que era Evita quien yacía en aquel cajón, mandó a llamar al doctor Pedro Ara – el embalsamador de Eva Duarte- quien también residía en Madrid.

En sus memorias, Ara relata: “Fue el sábado 4 de septiembre de 1971, hacia las 9 de la mañana (…) cuando sonó el teléfono. El señor López Rega, de parte del general Perón, me rogaba que fuera a visitarles. Fui recibido con su proverbial cordialidad por el general Perón, su esposa, Isabel Martínez, y su hombre de confianza, señor López Rega. Mostrábanse los tres conmovidos; el general, en grado sumo. Penetramos juntos en un largo salón. Especie de jardín de invierno, inundado de sol. Al fondo, sobre una mesa, veíase un viejo y ordinario féretro ya abierto”.

El 3 de septiembre de 1971, le fueron restituidos al General exiliado los restos de su esposa, robados 16 años antes
El 3 de septiembre de 1971, le fueron restituidos al General exiliado los restos de su esposa, robados 16 años antes

Perón le preguntó entonces: “Doctor, usted que lo hizo y fue el último que la vio, ¿qué opina?”

“Creo que no hay duda, pero vamos a examinarlo todo”, respondió Ara.

Y cuenta: “A primera vista, el espectáculo impresionaba lastimosamente: humedad y suciedad. Sin el menor desorden en el peinado, la cabellera aparecía mojada y sucia. Las horquillas, herrumbradas, se quebraban entre nuestros dedos. La esposa del general comenzó a deshacer las trenzas de Eva para ventilar y secar sus cabellos y limpiarlos de herrumbre y tierra…”

Carlos Spadone era un joven industrial a quien de pequeño Evita había dado su primer trabajo, como repartidor en el correo. Con acceso al círculo más íntimo de Perón, llegó a Madrid al día siguiente de la entrega del cuerpo de Evita. Recuerda una ciudad semivacía en aquel sábado 4 de septiembre, al punto que le costó encontrar una florería abierta…

Era tan reciente todo, que a Spadone le tocó ayudar a Perón a sacar a Evita del cajón en el que la habían traído, para depositarla sobre la mesa donde Ara la examinaría.

El primer trabajo de restauración del cuerpo de Evito fue ordenado por Isabel Perón y la tarea recayó sobre Domingo Tellechea
El primer trabajo de restauración del cuerpo de Evito fue ordenado por Isabel Perón y la tarea recayó sobre Domingo Tellechea

 

“Y sí, Perón estaba muy mal, muy afligido por todo lo que habíamos visto, por lo que tenía el cuerpo –cuenta Carlos Spadone-. Estaba muy triste, mal, no era el Perón que yo conocía de siempre, el que después también fue”.

“Lo que vivimos en Madrid fue el impacto que hizo en Perón persona, Perón marido, el hombre cuya esposa había muerto estando en él ya en el poder; estaba acongojado y también reconfortado”, dice por su parte Papaleo.

“Decir que Evita había vuelto a Perón, que el cuerpo de Evita estaba, fue tomado en Argentina como un alivio –sostiene Papaleo-, porque había mucho mito, al punto que cuando empezó en Buenos Aires a hablarse de la posible devolución yo pensé que era mentira”.

El cuerpo, recuerda Papaleo, tenía “algún deterioro, que Perón adjudicaba al odio que puede dividir un país”. “Perón sacaba conclusiones de eso, eso fue conformando un poco al Perón que volvió en 1972 y 1973, que se dio cuenta de que los argentinos habíamos ido demasiado lejos en el odio político”, dice también. “Por eso buscó quitarle dramatismo a la situación”, agrega.

Tres años más tarde, Isabel Martínez de Perón, muerto ya el General, y habiendo asumido ella la presidencia, ordenó restaurar el cuerpo de Evita, quedando así borradas para siempre, gracias al trabajo de Domingo Tellechea, las huellas del agravio.

El coronel Eduardo Escudé firmó uno de los documentos oficiales tras asistir a todo el proceso de restauración del cadáver de Evita
El coronel Eduardo Escudé firmó uno de los documentos oficiales tras asistir a todo el proceso de restauración del cadáver de Evita

El otro documento es un informe, de una veintena de páginas, elaborado por el coronel Eduardo Augusto Escudé, jefe de la Casa Presidencial, a quien se le ordenó asistir a todo el proceso de restauración.

“La señora María Eva Duarte de Perón, Evita para el pueblo argentino que venera su nombre, ya descansa definitivamente en nuestro suelo patrio, y al lado del Tte. Gral. Don Juan Domingo Perón –consigna Escudé, al concluir la restauración-. Al dar término a la misión recibida, solo me resta rogar porque sus reliquias contribuyan a lograr la paz y unión de los argentinos”.

Completada la tarea, el cuerpo de Evita fue depositado en la cripta de Olivos, junto al de Perón, fallecido poco antes, el 1º de julio de 1974.

Hoy se encuentran uno en Recoleta y otro en San Vicente, separados nuevamente por los avatares de la historia y los caprichos de la política.

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Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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