Todos los miércoles por la tarde, durante tres horas, la actividad habitual de la cárcel de Lomas de Zamora se detiene y el lugar se transforma. Son 25 las detenidas que se sientan a compartir una lectura en el Pabellón 3 y se animan a dar sus primeros pasos como escritoras. Los textos, fuertemente ligados a las vivencias intramuros y a las historias que traen desde afuera, se vuelcan en una potente producción literaria que hace poco dio paso a “Sobrevivir”, una revista cultural producto del trabajo desarrollado durante seis meses.
El taller esta a cargo de un colectivo de funcionarios del Poder Judicial de Lomas de Zamora.
Los profesores a cargo de dar cada semana estos talleres se plantean el desafío de que la dura vida carcelaria pueda tener una resignificación artística. “El objetivo es que puedan desarrollar un pensamiento propio, crítico, repensarse en su situación y en el día de mañana”, afirma Emiliano De Armas, uno de los encargados del curso junto a Aimé Silva, Paola Audicio, Paula Morales, Agustina Morbiducci y Carlos Mena.
La literatura como vehículo expresivo en las cárceles es una herramienta que en los últimos años se ha ido extendiendo por distintas dependencias del servicio penitenciario y que, en muchos casos, permite proyectar una vida diferente luego de que cada interno cumple su condena.
“El taller está a cargo de APIEI (Aprender Para Igualar e Incluir), un colectivo de funcionarios del poder judicial de Lomas de Zamora convocado por el juez Roberto Conti del Tribunal Oral Criminal N° 7, que de manera independiente y autogestionada realiza diversas actividades culturales y deportivas en la Unidad 40”, explican voceros de ese penal.
Hasta que cumplan las condenas, las reclusas dedican parte de su tiempo en aprender sobre letras.
El primer paso para darle forma a este grupo fue ponerle un nombre. Las internas eligieron uno que habla mucho del espíritu que sobrevuela el taller, entre lecturas colectivas y correcciones de textos: ellas son Las Guerreras. “Nos consideramos luchadoras de la vida y nuestra intención es tratar de superar siempre situaciones adversas”, explican a modo de manifiesto.
En cada encuentro trabajan a partir de ejercicios para mejorar la lectura, interpretación y análisis de textos y cuentos a partir de autores argentinos contemporáneos. A modo de taller práctico, profundizan en escritura creativa y recursos literarios, a la par que reflexionan sobre temas de actualidad y fechas especiales del calendario, que muchas veces funcionan como disparador para la producción personal que luego comparten entre todas las participantes.
“Lucha, mantente firme, no desesperes… Esa integridad personal te servirá para rehacer tu vida o para continuar donde la hayas dejado, para ser optimista ante las adversidades, para enriquecerte a ti mismo… Respira hondo cuando sientas la impotencia y la opresión en tu interior, cuando estés al límite de tus fuerzas. Descarga las tensiones, llorando si es necesario, o abriendo tu alma a las hojas de ese cuaderno que tenés en blanco”, escribe Viviana en el primer número de la revista. La acompañan los textos de sus compañeras Susana, Nacho, Karen, Julia, Claudia, Mariana, Ayelén y María. Durante las charlas previas para ir delineando “Sobrevivir”, llegaron a la conclusión de que las historias plasmadas en las páginas estarían atravesadas por las historias de vida de sus autoras y por los contextos de pobreza, droga, marginalidad, analfabetismo y maltrato que se extienden como denominador común en sus orígenes.
“Sobrevivir es siempre, necesariamente, colectivo. Nadie se salva solo”, afirman bajo la consigna que describe el espíritu presente en los ensayos, canciones, cuentos infantiles y poesías que conformar la revista.
“Estamos contentos y sorprendidos con la evolución del grupo, por cómo aprendieron cosas que no tenían incorporadas, muchas de las chicas no sabían casi leer de corrido”, afirma Emiliano. La apuesta es, siempre, a futuro: que la experiencia sirva para un futuro mejor, en libertad.
FA
