La última vez que se vio a Marvin Vargas fuera del penal fue en junio del 2017, durante el juicio montado en su contra por tráfico de drogas. Desde entonces ha estado en completo aislamiento. (fotos: gentileza La Prensa/Nicaragua)
La última vez que se vio a Marvin Vargas fuera del penal fue en junio del 2017, durante el juicio montado en su contra por tráfico de drogas. Desde entonces ha estado en completo aislamiento. (fotos: gentileza La Prensa/Nicaragua)

Cristhian Fajardo supo por un grito que alguien estaba ahí, en el aislamiento y la oscuridad.

¡Soy Marvin Vargas, El Cachorro de Sandino! —oyó que salió aquel vocerrón desde el final del lóbrego pasillo.

Fajardo en ese momento sentía que había llegado al infierno mismo. La galería 3-1 del penal La Modelo, de Tipitapa, Managua, es un módulo de 26 celdas. Mazmorras. Pequeños cuartos de dos por tres metros, sin iluminación y con dos pequeñas ventanas de barrotes por donde apenas entra aire. Son celdas destinadas al castigo de reos y a enterrar vivos a los peores criminales o a aquellos que el gobierno considera sus principales enemigos.

Las gruesas puertas metálicas permanecen cerradas todo el tiempo, y solo una ventanilla se abre por segundos para entregar la comida. Hay solo un reo por celda, porque el propósito es aislarlos del resto de presos. Cuando hay menos reos que celdas, como ese 2 de agosto de 2018 que Cristhian Fajardo fue llevado a las celdas de castigo, los custodios cuidan de colocarlos en celdas de por medio para evitar la comunicación entre celda y celda.

¡Yo soy el primer preso político!—continuaron los gritos desde la celda número 2 —Me secuestraron en 2011, y ya tengo seis meses de estar aquí.

Cristhian Fajardo es uno de los 56 presos políticos liberados la madrugada del lunes 10 de junio mediante una ley de amnistía. Y es también uno de los que el régimen de Daniel Ortega considera de sus principales enemigos. Eso explicaba por qué fue separado del resto de presos políticos y estaba bajando al infierno de las celdas de castigo donde supo de Marvin Vargas.

Nosotros no sufrimos ni la mitad de lo que ha sufrido Marvin”, dice ya en su casa. “Eso es lo peor. Me duele en el alma”.

La reciente crisis de los presos políticos en Nicaragua sacó a luz la historia de Marvin Vargas Herrera, “El Cachorro”. Lleva ocho años preso, la mayor parte del tiempo en total aislamiento. Desde hace dos años su familia perdió contacto con él.

Vargas es una especie Jean Valjean, el personaje de Los Miserables, la clásica novela de Víctor Hugo. Condenado por un delito menor, sus carceleros se niegan a darle libertad, y cuando ha estado a punto de salir, le endilgan nuevos cargos y le dictan nuevas sentencias.

Líder de veteranos de guerra

Para principios del 2011, Marvin Vargas Herrera, tenía 40 años y era el principal líder de los veteranos guerra agrupados en una organización conocida como “Los Cachorros de Sandino“. De hecho se identificaba como sandinista y afín al gobierno de Daniel Ortega, hasta ese año que empezaron a reclamar a Ortega los beneficios prometidos, a través de acciones de presión como toma de edificios o tranques en carreteras.

Marvin Vargas es uno de los siete hijos de un soldado del ejército del derrocado Anastasio Somoza. “Es hijo de guardia”, dice su hermana Juana Vargas. “Mi papá era guardia. Pero Marvin se identificó con la ideología sandinista. Él era el único sandinista de la familia. Todos nosotros teníamos una ideología diferente a la de él pero lo respetábamos“.

Hasta principios de 2011, Marvin Vargas era un fogoso líder de los veteranos de Guerra en Nicaragua.
Hasta principios de 2011, Marvin Vargas era un fogoso líder de los veteranos de Guerra en Nicaragua.

En 1987, con 16 años, dos menos de la edad obligatoria, Vargas se integró voluntariamente al Servicio Militar. Participó, entre otros combates, en la más grande operación militar que el Ejército sandinista desarrolló contra los rebeldes, bautizada como “Danto 88”. En enero de 2011, Vargas amenazó con “montar el Operativo Danto 2011” en reclamo por “25 años en que nos han sometido al abandono a los 150.000 cachorros de Sandino”.

“Hay que recordar quién era Marvin”, dice el abogado Pablo Cuevas, asesor legal de la Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua (CPDH). “El trancaba la ciudad. Hay un recibo de 40 mil córdobas que le dio la Policía para que organizara su grupo. Obviamente lo querían controlar. Se enfrentó al partido (FSLN). Venían advirtiéndole que algo le pasaría si seguía así hasta que se lo hicieron“.

El domingo ocho de mayo de 2011, la calle frente a la casa de la familia Vargas se llenó de patrullas de policía, en un operativo pocas veces visto por esos barrios. Los agentes entraron como tromba y hallaron a Vargas en la casa de un vecino que visitaba en ese momento. Lo redujeron, lo golpearon, y le quebraron la nariz y la clavícula, recuerda su hermana. Cuando lo llevaban esposado y ensangrentado, ella le preguntó a un policía que parecía ser el jefe:

—¿Pero por qué se lo lleva? ¿Qué hizo Marvin?

—¡Es un terrorista! Tiene armas para atacar al presidente —le contestó.

“Terrorista. Ellos siempre han tenido esa palabra para causarle daño a alguien que les estorba”, reflexiona Juana Vargas.

Sin embargo nunca lo acusaron por posesión de armas o terrorismo. A los pocos días le abrieron causa por estafa. Según el expediente, una persona de nombre Juan Carlos Canales lo acusó de estafarlo con tres mil dólares en un negocio de cambio de moneda que organizaron juntos.

“Fuimos a buscar a ese señor a la dirección que aparecía en el expediente. No existía. No había nadie conocido con ese nombre. Fue rapidísimo el juicio”, dice la hermana.

Vargas, durante los primeros años de prisión. (Foto de Facebook/Marvin Vargas Herrera)
Vargas, durante los primeros años de prisión. (Foto de Facebook/Marvin Vargas Herrera)

Para el abogado Cuevas, hay varios indicios en el proceso que indican claramente que Marvin Vargas es un preso político. “Desde su detención todo fue irregular. Llegaron 10 patrullas con 40 o 50 agentes, sin orden judicial. Como él estaba en la casa de un vecino, entraron a la casa del vecino, sin orden de allanamiento. Lo otro es que estaba acusado de un delito de estafa, ni siquiera estafa agravada, y la ley contempla que ese delito se arregla resarciendo la suma estafada. Ahí se termina el proceso”.

Hay más. “El otro indicio es que está aislado. En celdas de castigo. Se le condenó a cinco años y medio por estafa. A los cuatro años la juez ordenó su libertad por buena conducta, pero el penal se negó a liberarlo y al mes hizo un informe donde se decía que lo habían encontrado fabricando armas hechizas, algo ilógico porque está en aislado. La juez revocó la libertad condicional y Marvin cumplió su condena completa. Pero el penal se negó nuevamente a liberarlo y pasó seis meses más preso“.

Con orden de libertad pero preso, el reo que todo ese tiempo había pasado sin relación alguna con el mundo exterior, recibe una extraña concesión del penal: le ofrecen una visita conyugal. “Llaman a mi cuñada para que llegue a verlo solo para montarle la jugada”, dice la hermana. Dos días después de la visita conyugal, le estaban abriendo nuevo proceso por “trafico de drogas”. Según la causa, la esposa le habría llevado la droga para comerciarla en el penal. Lo condenan nuevamente a 12 años y medio de prisión.

“Es algo ilógico porque la celda en la que está es de máxima seguridad. Está aislado”, dice el abogado Pablo Cuevas, quien asegura que cuando Vargas estaba a punto de salir recibió la visita de un alto funcionario del Frente Sandinista. “Se entrevistó con él en la oficina del Prefecto. Le preguntó que qué planes tenía. Marvin le dijo que solo estar con su familia, que ya no se metería en protestas. Pero no le creyó”.

Agobiado por enfermedades

Los años de encierro, aislamiento y maltrato le han pasado factura a “El Cachorro”. Ya no es el hombre fuerte y desafiante de hace ocho años. Aparentemente tiene cáncer de próstata. No se ha confirmado porque nunca ha sido revisado con propiedad por un médico.

“Saca sangre en el semen”, dice Cristhian Fajardo. “Él se lo grita a los guardias pero no le creen. Un día echó el semen con sangre en un papel higiénico y se lo mostró a un custodio. Solo así lo llevaron a revisión pero al rato regresó sin que le dijeran nada”.

También es hipertenso y solo con medicamentos consigue paz. “Los guardias le niegan las pastillas. Y él grita y golpea la puerta pidiendo sus pastillas”, relata Fajardo. “Un día sacó el brazo por la ventanilla cuando llegaron a dejarle la comida. Y dijo que no lo metería hasta que le llevaran las pastillas para la tensión. Le metieron el brazo a garrote limpio. Lo golpearon y lo prensaron. Fue duro. Eso debió ser como a mediados de agosto porque yo acababa de llegar a la galería”.

La última vez que se vio a Vargas en público fue en junio de 2017, cuando se le acusó y condenó por tráfico de drogas. Desde entonces no se le ha permitido contacto alguno con su familia. No puede hacer llamadas, no recibe paquetes de sus familiares como los otros presos, y no le permiten visitas. Está enterrado en vida.

Pasó cinco meses sin ver el sol, y fue hasta después de una visita de la Cruz Roja que se le saca desde diciembre pasado una vez cada dos o tres semanas por 10 o 15 minutos al sol.

Creemos que está perdiendo la razón“, dice Pablo Cuevas. Fajardo confirma: “Parece tener problemas mentales. Se pone a pelear con otros reos sin motivo. No está normal. No se percata ya de su situación. Se adaptó al aislamiento”.

“Vive con lo que le damos nosotros”, agrega Fajardo. “Yo le regalé cinco calzoncillos y me regresó el que andaba. Era un pedazo de trapo. Ha sobrevivido por la solidaridad de los compañeros. Todo mundo lo quiere porque es un personaje. Desde su celda nos anima. A veces todo está en silencio y de repente él pega un grito. Canta. Hace culto (ceremonias religiosas). Le da vida a la galería”.

El abogado de Derechos Humanos dice que le han solicitado a la Alianza Cívica que lo incluya en la lista de presos políticos a liberar en las negociaciones con el gobierno. Hasta ahora no han tenido respuesta.

En una página de Facebook a su nombre, que no se sabe quien la maneja, se puede leer desde hace un par de años: “Pido clemencia desde la cárcel. Estoy enfermo, no puedo respirar, tengo problemas en el corazón… les pido a las personas que me tienen aquí que me lleven al médico, porque ya cumplí mi condena… No quiero salir en una caja, por eso les pido humildemente que me saquen… y perdonen todo el daño que les pude causar…”.

“El está embodegado. Lleva ocho años en prisión y todo apunta que el propósito es que muera en la cárcel“, dice Cuevas.

 

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Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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