Desde mitad de enero, Axel Kicillof visitó 30 pueblos y ciudades bonaerenses. Una campaña hormiga en un circuito esquivo -casi siempre, poco o anti K- del interior de la provincia de Buenos Aires.
El ex ministro, que allá por 2016 fijó su domicilio en una quinta en Pilar, figura en las encuestas como la carta más taquillera del peronismo K contra María Eugenia Vidal y, hasta acá, es de los más movedizos.
A excepción de Francisco “Paco” Durañona, que sale de gira lejos del conurbano con su hashtag #lafuerzainterior y de Sergio Berni -y Santiago Cuneo-, que se lanzaron, la campaña peronista es escasa.
Martín Insaurralde quiere ser “gobernador sin ser candidato”, según lo traduce un dirigente que lo quiere bien. El sábado estuvo en Presidente Perón, apenas un amago de campaña. Sus pares le piden más voluntad.
El eje matancero Verónica Magario y Fernando Espinoza no termina de ordenar el ajedrez de pago chico y se mueven a reglamento: la intendente anda de gira con la FAM y el diputado mandó a imprimir unos afiches.
Pero Kicillof encabeza, también, el podio de recelos de los intendentes del PJ, que ahora atizan otra aventura para sacarlo del ring bonaerense: lo empujan como candidato a jefe de Gobierno o senador, siempre en Capital.
“Mide 5 puntos más que Cristina ahí, puede sumar para el proyecto nacional”, dijo a Clarin un intendente que estuvo con el economista y receptó, como respuesta de Kicillof, que hará lo que le diga la Jefa.
En otros campamentos de alcaldes del PJ se invocan otros argumentos: que Máximo Kirchner será candidato a diputado y si Cristina, finalmente, encabeza la boleta presidencial, “no hay lugar para la triple K”.
Clarín contó en marzo los temblores que genera esa alquimia: Cristina presidencial, Máximo diputado por Buenos Aires y Kicillof para gobernador. “No sería lo más indicado”, razonaron en el Patria.
Un peronista del Sur manotea un rechazo por la positiva. “Si Cristina es candidata, Axel va a ser su ministro de Economía, así que no puede ir a Provincia, pero puede como candidato a senador por la Ciudad”.
En Capital, Mariano Recalde aparece como el postulante más inquieto y teje, con éxito irregular, la idea de un mega frente opositor que anime una primaria ancha donde compitan de Victoria Donda a Matías Lammens.
El esfuerzo de los alcaldes del PJ por sacar por arriba a Kicillof se sostiene, además, en un factor electoral: el economista es quien más y mejor captura el voto de Cristina pero, aseguran, se contagia del techo de la ex.
“Son actos con núcleo duro. ¿Suma pararse en un banquito en una plaza donde se juntan 200 de los nuestros?”, lo lija un intendente que remite al fantasma de la triple K.
La semana pasada, Sergio Massa cenó con un pack de alcaldes en Escobar, invitado por Ariel Sujarchuk, y descartó que evalue bajar a provincia. Lo sondearon Gustavo Menéndez, Leonardo Nardini y Santiago Maggioti.
El tigrense negó esa variable para sí mismo, pero militó la alquimia del único candidato a gobernador colgado de dos o más candidatos presidenciales. La colectora invertida con la que Gerardo Morales ganó Jujuy.
Fernando Gray, jefe del PJ bonaerense, mandó a los apoderados a explorar la viabilidad de ese artificio. Jorge Landau dio su dictamen: “Si hay vínculo jurídico, se puede”.
Durañona, de gira por la costa, planteó que se trabaja en un acuerdo entre Unidad Ciudadana y Massa, y dijo que no cree que Cristina se presente. Lo mismo sostuvo Berni en Radio Cultura y elogió a Roberto Lavagna.