Lionel Messi es el capitán y referente de la selección argentina (REUTERS/Pilar Olivares)
Lionel Messi es el capitán y referente de la selección argentina (REUTERS/Pilar Olivares)

La mejor noticia para la Selección es que Messi no está en modo Messi. Pasó a semifinales sin ir de la mano del crack. El propio Leo asumió en público que su nivel en la Copa América no es el mejor. Un apagón que va más allá del horrible estado de las canchas. Siempre didáctico al hablar del juego, alguna vez Riquelme explicó: “Messi puede no tocar la pelota durante diez minutos en el Barcelona porque Iniesta le entretiene a la gente”. En Argentina nadie la entretiene como el crack español. Si bien el equipo maquilló con resultados la versión 5 puntos de su capitán, no hay un funcionamiento que lo potencie. Con Venezuela por momentos se repitieron pases largos a Lautaro Martínez y Agüero tipo el famoso Vélez de Bianchi en los 90. Chilavert era el enganche: habitaba desde el arco a los potentes Flores y Asad. Era una táctica ganadora. Es distinto en la Selección: no hay estrategia que salteé a Messi. El no entró en acción y el resto no lo encontró, no lo puso con ventaja en los sectores del campo donde más daño hace. Que se haya ganado con puntos altos y el humor haya variado no esconde que Argentina aún no tiene una forma definida de jugar. ¿Es un equipo de posesión? ¿Uno que juega de contra? ¿Uno que defiende con dos líneas de cuatro y la tira a los de arriba? Sí es uno que espera a Messi.

Hay puntos positivos del 2-0 a Venezuela, que ya no es la Cenicienta de hace años. Lautaro repitió su potencia, su olfato goleador. Es de los jugadores que mejoran su versión cuando están agrandados en el buen sentido. Eso es definir de taco en el área. Fue el jugador del partido y se aplaude. No habría que caer en la exageración típica y ahora llevarlo al lugar de Batistuta. O caerle a Sampaoli porque no lo convocó al Mundial como si el chico fuera el Maradona del 78 o el Messi que no entró contra Alemania en el 2006. Huevo Acuña fue otro que aportó equilibrio en el medio y centros en ofensiva. El central Foyth -elegido por Scaloni para ir al lateral- ganó en el uno contra uno casi siempre. Al límite, coqueteando con el penal, pero superó la prueba. Armani pareció el gigante de River en un mano a mano que por suerte le definieron saltando y entonces el rival perdió fuerza. Paredes mostró su técnica en la salida, con pases que mejoraron la posesión. De Paul ratificó que es la revelación argentina de la Copa. En fin, se mejoró en relación a los otros bajos partidos. Eso y punto. No se fue una máquina. No se resolvieron los problemas de retroceso cuando el rival tiene la posesión y da tres pases seguidos. Aún no se está para la argentiniada de creer que la Selección es favorita con Brasil. En cantidad tienen mejores jugadores y más tiempo de trabajo con Tite. Y menos mal que no está Neymar. Se le puede ganar porque es fútbol. Pasó en el recordado partido de Italia 90. Pero no es el mejor rival que te puede tocar sin Diego y Cani.

El miedo de Argentina tiene sentido. El temor lo genera tener en frente a un rival con más poder de fuego y con más consistencia en el armado de las jugadas. Si bien Scaloni leyó bien la formación titular -hay que remarcarlo- otra vez pareció fallar en los cambios. Aun cuando le dieron cierto resultado. Di María entró por Lautaro cuando era el mejor de todos. Lo Celso fue por Acuña cuando estaba en el podio de las figuras. Que Lo Celso haya gritado el 2-0 no cambia la evaluación: nadie planifica que el arquero deje un rebote absurdo después de un tiro del Kun. Ahora la tarea del entrenador será definir el modo de jugar con un riesgo imposible de gambetear. Se podría pensar que hay que tomar más recaudos con Brasil de local. Tan cierto como que sacar a los tres de adelante sería un acto masoquista: son lo mejor del equipo. Ahí deberá repetirse el compromiso de todos para correr, para presionar en la salida, para ir al barro si es necesario. Lo puede solucionar un Messi que juegue como en la primera ronda del Mundial de Brasil. O el Messi del primer partido con el Liverpool. Esa sería la próxima gran noticia para Argentina. Que no es cantar el Himno como hizo por primera vez -y llamó tanto la atención- sino romperla como hizo cien veces.

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Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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