Los religiosos Martín García, Manolo Fernández y Gustavo Antico realizan una misa de jueves Santo via Internet en Buenos Aires debido a la pandemia del coronavirus. 9 abr, 2020. REUTERS/Agustin Marcarian
Los religiosos Martín García, Manolo Fernández y Gustavo Antico realizan una misa de jueves Santo via Internet en Buenos Aires debido a la pandemia del coronavirus. 9 abr, 2020. REUTERS/Agustin Marcarian (AGUSTIN MARCARIAN/)

“Pascua es esperanza”, dijo el padre Carlos Mugica el domingo 14 de abril de 1974, en su última homilía por la Resurrección de Cristo. Esperanza que renace en estos días de fervor frente al dolor y la resurrección de Cristo, en el difícil contexto de la pandemia, que además de generarnos un sinfín de sensaciones desde lo más profundo de nuestros espíritus, puede permitirnos la reflexión honda y sincera.

En este sentido resuenan en mi interior, de manera insistente, las advertencias de las dos figuras más preclaras que ha parido nuestro suelo, el general Juan Perón y Su Santidad Francisco. El primero, desde aquella botella al mar que fue el “Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” del año 1972, cuyo sentido ya irradiaba verdad en la Hora de los pueblos cuatro años antes, y que volverá fortalecido en su última actualización político doctrinaria, el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, sin dudas profético y en unidad de concepción con las encíclicas del Papa argentino.

Allí se alerta sobre los peligros que se cernían para la humanidad por la deshumanización impulsada por los sectores de poder económico cada día más concentrados y el abandono de la concepción humanista para la economía como herramienta de desarrollo social equitativo. Las escenas aterradoras que estamos presenciando en todas las latitudes del planeta conmueven y alertan. Esta pandemia puso al descubierto hasta qué punto los ajustes económicos precarizaron los sistemas de salud en los principales países desarrollados, con consecuencias a la vista. Ni qué decir de lo que ocurre en países como el nuestro, sometidos a políticas que multiplican la miseria y el hambre y priorizan la usura, el saqueo económico, el individualismo egoísta y la soberbia, por sobre los valores del espíritu, de la solidaridad y del amor al prójimo. Y muestran además la falibilidad y precariedad del poder del dinero.

Francisco hoy nos alienta a enfrentar globalmente al COVID-19 como en una barca en la cual estamos todos juntos. Es la comunidad organizada de Perón reunida por valores que hagan prevalecer la Nación como una unidad de destino, un principio de solidaridad social y una cultura compartida. Estos pilares se despliegan a partir de un proyecto de desarrollo y de una voluntad política organizada que agranden nuestra fe en la Argentina, en la unidad para la reconstrucción nacional, la organización popular, la confianza en lo nuestro y la voluntad de vencer que los argentinos necesitamos para vivir.

Estas Pascuas de Resurrección son una oportunidad para que renazca desde lo más profundo de los corazones de nuestros compatriotas los mejores valores espirituales que no sólo caracterizan a los cristianos sino a todas las religiones y a toda la humanidad. Y con esos valores de solidaridad, de humildad, de justicia y de amor al prójimo fortaleceremos el sentido de comunidad, el nosotros sobre el yo, y estaremos en condiciones no solo de enfrentar con esperanzas esta pandemia sino de pensar, desde esos valores, la humanidad que queremos recrear en el futuro. Felices Pascuas.

El autor es secretario general de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación y secretario de Derechos Humanos de la CGT

Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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