M.C. Escher
“Relatividad”, de M.C. Escher

En 1941, M.C. Escher se muda a Baarn, en los Países Bajos. Viene escapando del fascismo, que avanza por Europa y que lo había obligado ya, con el asenso de Mussolini, a abandonar su amada Italia.

Cae el invierno en Baarn, una larga noche blanca, el frío y los caminos saturados de nieve le impiden disfrutar de los colores de la naturaleza, de los campos sembrados, de los árboles en flor. Un hombre encerrado, un artista desconocido que hasta entonces se había dedicado al paisajismo -con su propio estilo, claro- debe enfrentar sus demonios, las imágenes de su cabeza afloran, los trabajos fluyen, realiza allí, un cambio drástico en su carrera, que lo convirtieron en uno de los creadores más reconocidos en el mundo: las construcciones laberínticas en un espacio que se distorsiona.

Antes había vivido en Suiza y Bélgica, donde nunca se sintió cómodo, y en unos viajes al sur de España recibe una de sus grandes influencias, pero no de sus pintores como podría pensarse, sino de la mezquita de la Alhambra, donde conoce el arte mudéjar que ornamenta, con patrones geométricos, las paredes, columnas y techos.

M.C. Escher
“Mano con esfera reflectante” (1935), autorretrato de Escher

El proceso hacia Relatividad, quizá su obra más conocida, fue lento, ya que realiza esta pieza en 1953, tomando inspiración de la teoría de Albert Einstein, publicada en 1905, con la que se había obsesionado y que terminaron de definir su propia idea del mundo: hay mucho más que ver que aquello que el ojos nos permite.

Durante sus primeros años, Maurits Cornelis Escher, de quien hoy se cumplen 126 años de su nacimiento en Leeuwarden (Países Bajos), pasó muchísimo tiempo en cama, por diferentes enfermedades, asistiendo a una escuela primaria en Zandvoort, donde sufrió violencia mental y física por parte de sus compañeros que lo ridiculizaban por el traje marinero que su madre lo obligaba a llevar como uniforme para las clases, mientras en casa recibía formación musical, piano y violín, y también lecciones de carpintería, ya que su padre, deseaba que fuera arquitecto.

Escaleras escuela Escher
Imágenes de las escaleras de la escuela Hogere Burger, que inspiró las escaleras en las obras del artista neerlandés

Entre 1912 y 1918, fue un alumno mediocre de la escuela Hogere Burger, cuyo edificio está construido alrededor de una intrincada escalera central, y que inspiraría muchos años después a Relatividad, entre otras piezas. Tampoco fue feliz allí y de una carta de 1919 a su novia recordó a aquellos años como “el infierno que fue Arnhem” y de otra a un amigo, en 1924, salen más pistas: “Los pupitres de la HBS en Arnhem, un recuerdo maldito. Me estremezco al pensar en ello”. La realidad es que M.C. Escher fue, toda su vida, un hombre de pocas palabras, que no se extendía sobre su vida privada, con el uso de una ironía sintética e incluso algunos lo retratan como un malhumorado crónico.

Escher es una de los artistas más reproducidos de la historia, su capacidad para crear ilusiones ópticas no solo habitan en remeras o tazas, sino que pueden encontrarse en todo tipo de libros, desde psicología hasta escolares. Todos alguna vez vieron un Escher aunque no lo supieran.

M.C. Escher
“Day and Night” (1938)

Sin embargo, a pesar de esa ‘popularidad’, su ingreso al panteón de la Historia del Arte se produjo ya en este siglo. Su obra fue mirada con desdén, catalogada como parte del corpus del diseño gráfico, del diseño industrial, y tuvo que esperar hasta tener 70 años para realizar su primera exposición retrospectiva, en su país natal.

Su primera gran reconocimiento llegó en esta parte del planeta: una muestra en Brasil en 2011 reunió a más de medio millón de personas, lo que motivó, ya en 2015, que tuviera su primera exposición en el Reino Unido, en la Galería Nacional de Arte Moderno de Escocia, que luego interinaría por Londres, Roma y Milán.

M.C. Escher
Su legado reúne más de 400 litografías y grabados en madera, alrededor de 2000 dibujos y borradores

Su legado reúne más de 400 litografías y grabados en madera, alrededor de 2000 dibujos y borradores, y un sin fin de reproducciones. Relatividad, por ejemplo, pertenece a una serie de cinco grabados con construcciones imposibles y múltiples puntos de fuga. La realizó cuando su carrera comenzó a crecer y ya no dependía de sus padres para sobrevivir.

Y es que con piezas como Belvedere (1958), Ascending and Descending (1960) y Waterfall (1961) se convierte en un artista de culto, y con el ascenso de la comunidad hippie como patrón cultural de la época sus obras “psicodélicas” ganan cada vez más adeptos.

En 1969, su litografía Ascending and Descending fue utilizada para la tapa del disco L the P de The Scaffold, banda liderada por el hermano de Paul McCartney, y Reptiles (1943) en el álbum debut de Mott the Hoople, ambas británicas. En Argentina, el primer álbum de estudio de Invisible (1974), liderada por Luis Alberto Spinetta, es ilustrado por grabado Charco (1953).

Tapas discos Escher
Tapas de discos con obras de Escher

Ese mismo año, Mick Jagger le escribió para que le diera permiso para reproducir una obra en el frente de Through the Past, Darkly, tercer álbum recopilatorio de The Rolling Stones. No tuvo éxito. En un exceso de confianza, el líder del grupo encabezó la misiva con un “Maurits” y éste pidió a su asistente: “Por favor, dígale al Sr. Jagger que no soy Maurits para él”.

Pero esta no fue la primera vez que había rechazado la invitación de una estrella global, debido a que en 1965, el cineasta estadounidense Stanley Kubrick lo había convocado para que lo asistiera en 2001: Odisea del espacio para darle al filme un aspecto de “cuarta dimensión”.

Sin dudas fue el cine donde sus obras tuvieron mayor influencia. En los últimos años, bajo el concepto de multiverso que predominó sobre la narrativa de las películas de Marvel, sobre todo a partir de las que aparece Dr Strange, se puede apreciar esta confluencia de espacios arquitectónicos espejándose, siendo consumidos uno por otros, aunque es en la mítica Laberinto (1986), de Jim Henson, donde se realiza el homenaje más literal en una escena musical dentro del castillo del Rey Jareth, interpretado por David Bowie.

Pero no fue el primero, ese honor le cabe al italiano Dario Argento en Suspiria (1977), que se inspiró en Concave and convex y en Bird/Fish, ambas de 1955, para distintas escenas. Otras referencias pueden verse en las escalera infinitas de Inception (2010) de Cristopher Nolan, como en la saga de Harry Potter -del libro al cine- con sus escaleras mágicas en Hogwarts.

Cine TV Escher
Recortes de fotogramas de “Suspiria”, “Harry Potter” y “Los Simpson”

En los productos para televisión, la obra Castrovalva (1930) dio nombre y escenario a cuatro capítulos de la temporada 19 de Dr. Who, en 1982, y Matt Groening le rindió homenaje tanto en Los Simpson, en varias temporadas, como en un gag de Futurama, en su primera temporada, por nombrar algunas series de alcance masivo.

M.C. Escher fue un artista sin escuela, esa dificultad para catalogarlo dentro de un movimiento o vanguardia, más allá de algunas conexiones con el surrealismo, que tanto gustan a los teóricos, produjo que se lo dejara de lado. Creó al margen de las tendencias del arte moderno, en un momento en que la abstracción era el lenguaje principal.

M.C. Escher
“Drawing Hands” (1948)

Eso hace a su obra aún más auténtica, más personal, porque se desarrolla ajena a lo que sucedía en el mundo, surgida en una cabaña rodeado por una larga noche blanca, y sus ideas sobre la eternidad, sobre el infinito, a partir de un realismo imposible, fueron -y son- cercanas a todos, no necesitan de teorías ni construcciones arquetípicas para ser validadas. Por eso, M.C. Escher, aunque no le interesara, se convirtió en un artista popular.

Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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