Pianologías del Sur es el disco que Juan Esteban Cuacci presentará este sábado 13 de abril en el CCK.
El nombre del disco podría inducir al error de suponer algún sustrato académico. Pero lejos de la altisonancia musicológica, el pianista reúne a colegas amigos y admirados a quienes homenajea en esta grabación.
Cuacci tenía 25 años cuando se radicó definitivamente en Europa. Nació en una familia de músicos. Hijo del director y arreglador Juan Carlos Cuacci y de la cantante y actriz Inés Rinaldi, y sobrino de la reconocida Susana Rinaldi, la música fue para Juan Esteban la lengua materna que se habla sin estudiar.
“Aprendí mirando lo que hacía mi viejo y desde muy chico empecé a acompañar cantantes. En ese momento la música popular era de transmisión oral porque no había ediciones de nada y tampoco existían las escuelas de música popular que hay hoy. Por otra parte, había toda una generación que no se había metido con el tango ni con el folclore. El rock había tomado todo. Entonces, los tangueros que me seguían a mí en edad, tenían cuarenta años más que yo. En los ’80 había un vacío muy grande, incluso para el jazz”.
De cuna. Juan Carlos y Juan Esteban encuentran en la música uno de sus puntos de encuentro. El año pasado presentaron el espectáculo Cuacci & Cuacci. (Foto: Laura Szenkierman)
El trabajo llegó antes que los títulos. Le iba bien, pero tuvo la sabiduría de saber que un mundo más ancho que el que había aprendido en casa estaba esperándolo. Pudo conseguir una beca para estudiar en Suecia y de a poco se fue acomodando en España. Hoy su domicilio postal está en Madrid. “Viví en muchos lugares. En algún momento llegaron los hijos y las decisiones empezaron a girar en torno a ellos. Madrid es la ciudad ideal cuando estás solo, pero cuando nació el mayor le propuse a su mamá que nos mudáramos a Cádiz, a la playa”, repasa en esta charla. “Claro que en España estás cerca de todo así que me tomaba un avión y en unas horas estaba en Londres, Madrid o Roma. Trabajaba y volvía a casa”.
-Hace años que vivís en Europa. ¿Cómo conociste a estos músicos que reuniste en el disco?
-Con cada uno de ellos hay una historia particular. A Miguel Ángel Barcos lo conocí en la década del ’80, a través de mi viejo. Es dentista y se instaló en Cipoletti, pero nunca abandonó la música y es dueño de un estilo único. Cuando era más chico me sorprendía escucharlo porque sonaba como los discos y como muy poca gente en aquel momento podía tocar. Álvaro Torres es el mejor pianista de música popular. Cuando lo conocí, en los años ’90, era delgadísimo, tenía 18 años y ya tocaba como Chick Corea. Con Lilian Saba compartí una gala de homenaje a Horacio Salgán y Carlos García. Ahí la conocí. Es la primera pianista que mostró un lenguaje diferente, que no teorizaba sobre el folclore sino que lo hacía efectivo. José Colángelo, no tengo que decirlo, es el mejor de todos los pianistas.
-¿Sí? ¿Te parece el mejor de la saga troileana?
-Sí, para mí es el mejor pianista de la historia del tango. Sobre todo porque es el más universal en el lenguaje.
-¿Más que Berlingieri?
Más, no insistas. Sigo con el listado: a Lito Vitale lo conocí cuando yo tenía diez años. Todos los sábados iba a un campeonato de ajedrez. En uno de esos, mi papá me fue a buscar y me llevó a un ensayo de Lito con Jorge Cumbo, en el que también estaba Opus 4. Mi viejo les había escrito unos arreglos y fuimos a escucharlos ahí donde vivían, en la calle Alsina. Me senté atrás de Lito, lo escuché tocar y me dije que yo quería hacer eso.
-Pero vos ya tocabas.
-Sí, pero Lito venía con los pelos largos, le pegaba al piano. Para mí era algo de otro mundo. Los pianistas que yo conocía -Colángelo, Chupita Stamponi, Adolfo Abalos- eran todas personas grandes. En ese ensayo conocí a Donvi, el padre de Lito, que me enseñó a pasar por mi propia procesadora lo que robaba por ahí, a incorporarlo como lenguaje personal.
-A Leo Sujatovich lo conociste en España, ¿no?
-Sí. Unos amigos en común nos pusieron en contacto. Cuando llegó a Madrid hizo lo que hace cualquier recién llegado, que es llamar a los que ya están hace tiempo para ver cómo se mueve el patio. Tomamos unos cafés y nos hicimos amiguetes. Le tengo una gran admiración por su trabajo con Spinetta. Para mí, Bajo Belgrano es un disco fundamental. Por eso elegimos grabar Ping Pong.
-Fernanda Morello sí es de tu generación, pero no tiene mucho que ver con la música popular.
-Claro, la conozco de la primera juventud. Siempre estuve enamorado de ella. Es una pianista de una facilidad y musicalidad enorme. Gabriel Luna, pianista folclórico extraordinario. Como te dije antes, de la vieja camada, mi pianista era Adolfo Ábalos. Tomé clases con él. Me tuvo todo el verano pegándole al aro y al parche porque decía que si quería tocar bien el folclore en el piano antes tenía que aprender a tocar el bombo.
-Lo mismo dice Hilda Herrera.
-Es que el folclore tiene esa cosa, que hay que tocarlo de un modo y no de otro, que lo hacés bien pero no como se debe. Querés saber cómo se toca bien el folclore, escuchalo a Gabriel Luna y te vas a enterar.
-Otro pianista que no tiene nada que ver con la música popular es Luis Ascot. ¿Cómo lo conociste?
-Hay un vínculo familiar redescubierto en los últimos años, cuando vino a escucharme en un concierto que hice con Pablo Agri. Siempre coincidimos en los gustos musicales y es una persona muy generosa, además de un gran defensor de la obra de Ginastera.
Perfil trashumante: Juan Esteban Cuacci nació en Buenos Aires, estudió en Suecia y se radicó en España, su base de operaciones desde hace 20 años. (Foto: Julio Juárez)
-Con todos ellos hacés obras del repertorio popular o tuyas, pero luego aparece el preludio en Re del Clave bien temperado de Bach, que grabás con Martín Roig. ¿Me explicás ese salto?
-Martín enseñó a tocar el piano. Somos vecinos de toda la vida. Pero en el momento en que nos conocimos yo ya trabajaba, tocaba mucha música. Ese preludio es la primera obra que estudié con él. Le propuse que él tocara el preludio textualmente y que yo, al igual que lo que hice con Luis, haría un arreglo para un segundo piano. La verdad es que Martín me tuvo una paciencia bárbara y sobre todo no tuvo ninguna mezquindad, que creo que es la diferencia entre un profesor y un maestro: el profesor te enseña, el maestro te abre la puerta para que agarres todo lo que quieras.
Juan Esteban Cuacci presenta “Pianologías del sur” el sábado 13 de abril a las 20, en el CCK, Sarmiento 151. Las entradas son gratuitas y se podrán retirar personalmente a partir del martes 9 de abril, de 12 a 19, en Sarmiento 151, hasta agotar la capacidad de la sala (y hasta dos entradas por persona). Las reservas deben retirarse hasta dos horas antes del espectáculo.
E.S.