Si algo distingue a la intelectualidad vernácula (la intelligentzia, la llamaba Jauretche) es su inveterada costumbre de tratar de desdibujar al país real. Persistencia en desafiar todo aquello que perfume a nacional y popular. Su obsesiva obstinación por resistir cualquier intento de articulación de una conciencia nacional.

Aunque instalada como fuente de “ideología” desde el principio de nuestra construcción histórica, el ingreso de individuos sin linaje ni patriciado alguno al Olimpo de los Doctos construye un par de hitos fundacionales del pensamiento colonizado: el “Facundo” de Domingo Faustino Sarmiento -y su invención del particular debate entre la Civilización y la Barbarie- y la consagración del Peronismo como objeto cultural a combatir… y destruir, si eso fuese posible.

Lo que para algunos es el mantra constitutivo de una batalla que se perpetúa desde la “zoncera madre que las parió a todas”, para nosotros es algo más: una suerte de reconstrucción y revitalización permanente de la faena que se aboca a la persecución del Movimiento Popular con más años de vigencia en todo el mundo y, por ende, a todo aquello que lo roce, lo toque, lo atraviese.

Sin ir mas lejos, el domingo pasado, Beatriz Sarlo, musa emblemática del Parnaso porteño, se despachó con un brulote titulado “Hijismo” en el que critica el hecho de que Florencia Kirchner esté en Cuba curándose de sus dolencias y la sitúa en el cómodo espacio de los privilegiados por esa suerte de sobreprotección sobreactuada que reciben algunos hijos de algunos padres poderosos.

Dice en un párrafo del artículo publicado por el diario Perfil: “El “hijismo” sensiblero embellece cualquier maniobra. Eso pretende Cristina y sería bueno que los sentimientos piadosos no ocultaran que Florencia Kirchner fue una privilegiada y, ahora, una posible refugiada ante el avance de la Justicia. Es hija de una presidenta responsable del estado del sistema de salud que quedó después de su gestión, donde miles de mujeres no son tratadas como miembros de la nobleza de Unasur. En cambio, Florencia K recibe el trato de una millonaria, que elige adonde ir“.

Derrapa Betty… se va al pasto. La Numen de la Tilinguería Nacional saca a relucir, en una sola frase, su condición de lugar común en la saga de la intelectualidad doméstica. Cualquier pensador que se precie, a la hora de introducir un nuevo término como “hijismo” en las Ciencias Sociales, hubiese apelado al sujeto más potente que tiene a mano. Y, en nuestro caso, ese sujeto no es Florencia Kirchner sino Mauricio Macri.

Si alguien puede ser acusado de “hijismo” en estas tierras es, precisamente, el hijo de Franco. Y no sólo por haber nacido en cuna de oro, y haber usufructuado toda la vida de esa condición sino porque además, insultó, denigró y violentó a su padre en vida y después de su fallecimiento. Desde iniciarle un juicio por insanía allá por el año 2010 para quedarse con la nuda propiedad de las empresas hasta acusarlo de “corrupto” cuando el cadáver todavía estaba caliente.

Aquel viejo chiste sobre que “Mauricio vivía… de Franco” apunta a algo más que los 120 días de vacaciones que se ha tomado Macri en 3 años y medio como presidente. Circula en los mentideros de las redes una especie que dice que a Mauricio le entregaron el diploma de Ingeniero Civil porque su papá “financió la creación de la Facultad de Ingeniería en la UCA”… seguramente una de las tantas fake-news que, de todas maneras y como cualquier construcción de la realidad que se intente, deberá sostenerse en verosímiles tales como el hecho de que el “ingegniere hijista” le compró a España vagones de subte incompatibles con la infraestructura instalada en la línea en la que iban a correr y, además, forrados con material contaminante.

Por otra parte, cosechó procesamientos en más de 200 causas que fueron desde el contrabando hasta las escuchas ilegales. Todas desaparecidas gracias al poder fáctico que exhibe la familia Macri y al político de Mauricio, que de todas maneras asumió como presidente estando procesado.

Por otra parte, Betty Sarlo debería saber que, si algún sistema hospitalario fue deficiente entre 2003 y 2015 fue, precisamente el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, administrada por el ejemplo mayor de “hijismo”. En el mismo período el gobierno nacional aumentó más del 1000% el presupuesto de salud y recibió tantos galardones y felicitaciones que, enumerarlas, requeriría de otra nota.

Por eso y por suerte, el Peronismo (que como todo el mundo sabe es “un Movimiento Ágrafo”), no tiene eruditos capaces de estos “intelectualismos”, como Sarlo, Aguinis, Kovadloff. Ni tan siquiera intelectualitos módicos como Andahazi, Campanella o el DT de Volley Fernando Iglesias…

Eso si, tenemos algunos pensadores como Jauretche, John William Cooke y el propio Juan Perón que, cuando hablaban o escribían, no inventaban vocablos para las Ciencias Sociales pero… agarrate!

Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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