Entrevista a las cuatro mujeres que buscan su identidad (Damián Rodríguez/Infobae)

Violeta, Edna, Lorena y Flavia están unidas por una misma búsqueda: quieren recuperar su identidad de origen. Todas, cuentan, nacieron en una maternidad clandestina, a la que describen como “la tiendita del horror”. El hilo conductor de esta historia es una misma partera que figura en el acta de nacimiento de todas ellas.

Las cuatro llegan a la redacción de Infobae cargadas de papeles y fotos que van usando como soporte de su relato. Apenas se sientan para comenzar a hablar, Violeta apoya sobre la mesa el expediente judicial, de tres cuerpos, que le permitió reconstruir parte de su identidad. Con la mirada fija va construyendo su relato. Por su parte, Flavia muestra su partida de nacimiento, mientras Edna y Lorena comparten algunas imágenes de su infancia.

La charla, que dura tres horas, atraviesa momentos de quiebre, llantos y abrazos. También, hay momentos donde apelan al humor para matizar la tragedia. “Se me corrió el make up”, dice Edna, mientras se seca las lágrimas que ruedan por su mejilla, en uno de los momentos más duros de su relato. Se mezcla un sollozo con una risa nerviosa, y enseguida Violeta se acerca para abrazarla.

Las cuatro están hermanadas por un mismo dolor. Y ese dolor es lo que también hoy las une y le da fuerzas para llevar adelante esta búsqueda, de forma colectiva. “La unión hace la fuerza. No tenemos miedo, no nos callamos más y estamos trabajando por nuestro derecho a la identidad y la justicia”, dice Violeta, con seguridad. Una seguridad que se percibe en cada palabra que enuncia durante la entrevista.

Violeta, Lorena y Flavia nacieron durante la dictadura. Todas fueron a la asociación Abuelas de Plaza de Mayo para asesorarse sobre su situación y luego se realizaron el estudio de ADN en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) pero el resultado les dio negativo. Edna, que nació en 1972, no pudo hacerse ese análisis porque el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) cruza información solo para identificar hijos de personas desaparecidas que fueron secuestradas junto a sus padres o nacieron durante el cautiverio de sus madres, entre marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983.

Quienes no pudieron todavía rastrear sus orígenes, ya sea porque no accedieron a ese estudio de ADN o porque, aún habiéndose hecho el examen no pudieron establecer, a partir de las muestras cotejadas, su identidad biológica, se enfrentan a un vacío enorme. Quedan parados, al borde de un abismo, tratando de reconstruir, a fuerza de fragmentos su identidad.

“En Abuelas lo que me dijeron fue: tenés que pedir el acta de nacimiento y ahí constatar la información y bueno a los dos días me llego y apenas vi el nombre de la partera, lo googleé y ahí se me cayó el mundo, por completo. Un viernes a la mañana se me cayó el mundo”, cuenta Lorena, entre lágrimas.

Las cuatro son parte de un grupo conformado por 14 personas que buscan sus orígenes y están unidas por un mismo denominador común: el nombre de la partera. Formaron un grupo de Facebook (Identidades encontradas) y un mail (identidadesencontradas.ar@gmail.com). “Empezamos a conocernos y lo personal dejó de ser personal y se convirtió en algo colectivo así que aquellas personas que estén en lo mismo que nosotros sepan que no están solos”, dice Violeta.

En 2017 se creó la Red de Trabajo sobre Identidad Biológica (RETIB), que depende de la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural. Esta entidad recibe y centraliza, en una base de datos, toda información sobre personas que tienen dudas sobre su identidad biológica y cuyo caso no esté vinculado a delitos de lesa humanidad.

La RETIB trabaja junto con la Defensoría del Pueblo de la Nación y el Observatorio de Derechos Humanos del Senado de la Nación, cuya directora es Norma Morandini. Por ahora, el equipo de la RETIB, que está conformado por psicólogos, abogados y especialistas de ciencias sociales, reúne información a quienes los contactan por teléfono o por mail, y les brindan contención así como asesoramiento.

“Como la RETIB no realiza ningún tipo de búsqueda, el equipo interviniente asesora a los/as entrevistados/as de acuerdo a las características de sus respectivos casos y la documentación con la que cuenta, pudiendo, por ejemplo, sugerirles que acudan a la Defensoría del Pueblo de la Nación”, explicaron a Infobae desde esa entidad. Hasta el momento se contactaron con la RETIB 1.700 personas, entre buscadores que desconocen sus orígenes así como madres que fueron separadas de sus hijos al nacer.

Lorena González, Flavia Dubin, Edna Siano y Violeta Gibaja (Santiago Saferstein)
Lorena González, Flavia Dubin, Edna Siano y Violeta Gibaja (Santiago Saferstein) (Santiago Saferstein/)

Hay un proyecto de ley que fue presentado el año pasado, pero no se trató y perderá estado parlamentario, que busca garantizar el derecho a la identidad de origen a todas las personas nacidas en la Argentina. Se propone que la Conadi registre en una base de datos única toda la información relacionada con víctimas en una situación de alteración o supresión de identidad. En este sentido se busca que el acceso al banco genético se universalice.

“Nadie le va a quitar al banco lo que hacen con quienes fueron apropiados en dictadura, la idea es ampliar la competencia, y tener un banco que actúe como laboratorio para que la gente pueda dejar su muestra o cruzar su muestra con los 10 mil negativos que hay en el banco”, explicó Morandini, en diálogo con Infobae.

Y añadió: “Toda la experiencia que hemos adquirido gracias a la búsqueda de Abuelas, a los científicos que estuvieron en el banco y pusieron todo el saber de la ciencia al servicio de nuestra tragedia, entonces ¿por qué no abrir los brazos y todo eso ofrecerlo a todas las personas que tiene una apropiación en sus orígenes?

Por otro lado, también desde el Observatorio de Derechos Humanos del Senado se impulsó un Acta Acuerdo en el marco del Consejo Federal de Derechos Humanos para que las provincias se comprometan a adoptar medidas que garanticen el derecho a la identidad. Por el momento solo hay dos provincias que cuentan con una ley al respecto: Santa Fe y Mendoza. En Entre Ríos, hay un proyecto con media sanción; y en Córdoba hay dos proyectos presentados, pero no avanzaron todavía. En la Provincia de Buenos Aires, el senador Franco Bagnato presentó una iniciativa, que estuvo siendo analizada por la Comisión de Legislación General.

Las historias

Son muchas las personas que buscan su identidad en la Argentina. El número varía según a quien se pregunte. Es difícil cuantificar porque no hay un registro exhaustivo y principalmente porque no están todos conectados. Algunos hablan de 3 millones de personas que están en esta odisea. Violeta, Lorena, Edna y Flavia son cuatro de esas tantas historias de búsqueda que no sólo quieren visibilizar sus casos sino dejar en claro que hay un vacío enorme, sin respuestas, en el que quedan atrapados quienes buscan hacer valer el derecho a la identidad.

Violeta

Violeta Gibaja con una foto de cuando era niña: "Mis papas (adoptivos) siempre estuvieron súper orgullosos, celebraron mi nacimiento", dice
Violeta Gibaja con una foto de cuando era niña: “Mis papas (adoptivos) siempre estuvieron súper orgullosos, celebraron mi nacimiento”, dice (Santiago Saferstein/)

Mi nombre es Violeta Gibaja, nací el 19 de octubre de 1976 en una maternidad clandestina. Cuando cuento que yo nací en una maternidad clandestina, en general me preguntan si soy hija de desaparecidos. No soy hija de desaparecidos. Sin embargo, cuando nací intentaron venderme, apropiarme y suprimir mi identidad. Cuando yo nací, en esta maternidad clandestina, que funcionaba en la casa particular de Marta Beatriz Rosignoli... a la hora de nacer, tuve la suerte para mí, para mi identidad y la mala suerte para el negocio de esta mujer que se dedicaba al tráfico de bebés que hubo un allanamiento. Yo tenía horas de nacida y entró la policía, en base a unas denuncias anónimas que habían recibido unos siete meses atrás”, cuenta Violeta, mirando a cámara.

Su mamá se había acercado a esa maternidad el día anterior, junto a otra partera que le había hecho el nexo. “Estuvo toda la noche en trabajo de parto en una habitación que Rosignoli tenía en los altos de su PH. En un trabajo de parto absolutamente abandónico, sin ninguna asistencia y yo nací a las 7 de la mañana”, añade.

Cuando su madre biológica se estaba yendo del lugar, fue retenida por la policía. Poco después, un matrimonio que había ingresado a la casa y luego salió con un bebé en brazos, fue detenido también por la policía, según relata Violeta.

“Junto con todas estas pruebas, la policía ese mediodía, el mismo 19 de octubre, entran a la casa de Rosignoli. Son atendidos por la mamá. Rosignoli en ese momento vivía con su mamá y su hija menor de 16 años. La mamá de ella les niega el acceso y ahí es cuando empieza el allanamiento. Entra por fuerza al domicilio y la madre de Rosignoli niega la presencia de la partera en el lugar. Pero en ese momento, los policías que habían entrado escuchan ruidos en la terraza suben y encuentran a Rosignoli que se estaba escapando por los altos, por la terraza, con dos bebés bajo cada brazo. Un bebé era yo y el otro bebé era la otra bebé mujer que estaba para la venta”, cuenta.

Después del allanamiento, son derivados a la superintendencia de policía y se inicia una causa judicial, en la que “Rosignoli fue sentenciada a 2 años de prisión en suspenso por el delito de suposición de estado civil”, dice Violeta. “Fue la tiendita del horror, en una época del horror”.

Los tres bebés, de los cuales uno era Violeta, fueron derivados a Casa Cuna. “Mi mamá biológica que estaba internada en el Hospital Rawson donde tuvieron que ayudarla a recuperarse de ese parto en el cual había sufrido violencia obstétrica, renuncia a sus derechos y yo quedo en adopción. Ahí empieza mi historia legal. Yo fui adoptada legalmente a partir de este allanamiento, es por esto que años más tarde pude recuperar mi identidad. Pero de todo esto que estoy contando ahora yo me enteré mis 38 años”, cuenta.

Hasta ese entonces ella sólo sabía que había sido adoptada en Casa Cuna pero no conocía el resto de su pasado. Sus padres adoptivos tampoco lo tenían. No había tenido hasta ese entonces ningún indicio hasta que, cuando tenía 26 años, y tras el nacimiento de su primer hijo, comenzó a sentir “un miedo irracional a salir a la calle con él. No quería salir a la calle con el. Tenía un profundo miedo de que me lo robaran”.

A ese miedo se sumó una pesadilla recurrente. “Soñaba que estaba por dar a luz, en un lugar lúgubre muy oscuro y que había dos mujeres que me tocaban la panza. Por momentos podía ver el sueño como estando yo embarazada pero por momentos veía también la situación desde afuera”, recuerda. A raíz de esta situación, comenzó a hacer terapia y decidió comenzar a buscar un poco más sobre sus orígenes

Violeta sostiene el expediente que le permitió recuperar parte de su historia
Violeta sostiene el expediente que le permitió recuperar parte de su historia (Santiago Saferstein/)

“En noviembre de 2013 me acerqué a Abuelas. En febrero de 2014 hice el ADN y en mayo me dijeron que el ADN era negativo. No obstante yo pedí mi expediente y me derivaron a la Conadi. Me acuerdo que cuando llegué a la Conadi, abrí el expediente y lo primero que vi fue el nombre de mi madre biológica. Lo pude recuperar porque quedó asentado en este juicio que hubo con el allanamiento”, dice.

Con ese dato comenzó a rastrear información y así logró llegar a un departamento que su mamá biológica, Paulina, tenía en Capital. Fue hasta ahí, pero no se encontró con ella sino con la inquilina que estaba viviendo en esa casa, a quien el dio una carta para que se la acercara a su mamá. Un mes después, recibió un correo de Paulina, y comenzaron a hablarse por esa vía hasta que un día acordaron encontrarse en el departamento de una pariente, donde ella la recibió junto a sus dos hermanos biológicos.

“Me acuerdo que yo subía en el ascensor y no sabía qué sentía. Si tengo que describirlo con una emoción es imposible. Sí me acuerdo que cuando la conocí ella me abrazó, se colgó y empezó a llorar y yo casi que casi no tuve lugar a reacción. Ella me contó su versión de la historia”, dice.

La relación duró unos meses pero luego cortaron el vínculo. “Con el correr de los meses ella no tenía interés en incluirme a su vida. No quería contarle a su pareja actual de mi existencia, no quería presentarme a otros familiares y yo ya había empezado un proceso de sanación y después de 9 meses no quería ser el secreto en la vida de nadie”.

No volvió a contactarla hasta hace un año, cuando le pidió el dato de su padre biológico. “Pero es un dato que ella no me da”, dice. Y añade: “Tengo pendiente este 50%: saber quién es mi papa biológico. Quizás me está buscando, quizás no sepa de mi existencia”.

Edna

Edna Siano nació en 1972 y siempre supo que no era hija biológica de sus padres de crianza
Edna Siano nació en 1972 y siempre supo que no era hija biológica de sus padres de crianza (Santiago Saferstein/)

Edna Siano nació el 30 de octubre de 1972 pero la anotar el 2 de noviembre, según cuenta y se puede ver en su partida de nacimiento. Siempre supo que no era hija biológica de sus padres de crianza, pero inició su búsqueda recién en 1996 cuando le dijeron que su hijo, en ese entonces de 4 meses, tenía una enfermedad hepática que requería un trasplante urgente.

A raíz de esta situación, los médicos empiezan a recabar información para conocer los antecedentes familiares y ella se dio cuenta de que no podía aportar esos datos porque no conocía sus orígenes. “Mirar la carpeta de mi hijo y ver el nombre d mi marido y toda su familia. Y ver mi nombre, Edna, y un símbolo de pregunta fue como un colapso y ahí decidí empezar a buscar”, dice.

Fue a la Conadi pero como ella no nació durante la última dictadura queda fuera de las búsquedas que se hacen en el banco genético. Preguntó a sus familiares pero nunca obtuvo respuestas.

“Busqué en Google, como todas, y me aparecieron cosas de la partera. Empecé a buscar”, cuenta. Así es que un día decidió ir hasta el domicilio donde figuraba que había nacido. “Toqué la puerta, me atendió una señora muy macanuda, me dijo que ella había comprado la casa, que se había enterado que hubo un allanamiento, y que hubo venta de bebés en esa casa”.

Ese momento fue muy movilizante para ella. A tal punto que no pudo entrar a la casa. La dueña la invitó a pasar pero ella no tuvo las fuerzas necesarias para atravesar el umbral. Cuando se le pregunta cuál es su búsqueda hoy dice, entre lágrimas, que quiere ayudar a otros. “Yo hoy tengo muchos hermanos que nacimos todos ahí. Me encantaría encontrar gente que haya nacido en ese lugar. Mamás que hayan pasado por ese lugar y quizás se fueron con la idea que su hijo…les dijeron que se murió, desapareció o que algo pasó”.

Y añade: “Me encantaría que la gente se dé cuenta de que no solo el hecho de haber nacido en época de dictadura significa que te hayan suprimido la identidad, yo no nací en la dictadura pero la identidad me la suprimieron igual”.

Lorena

Lorena González recién se enteró el año pasado de que no era hija biológica de las personas que la criaron
Lorena González recién se enteró el año pasado de que no era hija biológica de las personas que la criaron (Santiago Saferstein/)

Lorena González nació el 16 de diciembre de 1975, según figura en su partida y recién confirmó que no era hija biológica de los padres que la criaron el año pasado. Aunque, dice, siempre tuvo sospechas sobre sus orígenes.

“Mi búsqueda comenzó desde que tengo uso de razón. Ya con cinco años o quizás menos, buscás. Quizás cuando sos más chico comenzás a buscar y no sabés qué buscas. Buscás desde un papel…yo me encerraba en la habitación de mis papas y necesitaba encontrar algo y al principio no sabía qué”, cuenta.

Las dudas comenzaron por las diferencias físicas que siempre percibió desde siempre. “Tengo dos hermanas, pero con una nos llevamos 16 meses. Ellas son hijas biológicas de mis papás y no somos, obviamente, parecidas físicamente. Así que primero era una lucha, era como tener que dar explicaciones siempre a la gente porque siempre nos comparaban, había comentarios”, recuerda.

Sus padres fallecieron hace diez años. Durante ese tiempo, todas las veces que preguntó en su casa, a sus padres y a otros integrantes de la familia sobre su origen, siempre le dijeron que ella era hija biológica del matrimonio.

Cuenta que durante el embarazo de su hija -que hoy tiene cuatro años- esa duda que siempre la acompañó como una sombra se intensificó y atravesó momentos de mucha ansiedad. “Cuando ella nació obviamente era muy feliz pero a su vez había algo oscuro que no entendía qué era”, recuerda. Y dice que esa ansiedad se calmó cuando comenzó a conocer la verdad, su verdad. La confirmación a sus dudas llegó recién el año pasado por parte de una persona allegada a su familia de crianza.

Al día siguiente llamó a Abuelas y, luego de solicitar el acta de nacimiento y buscar el nombre de la partera en internet, comenzó a intensificar su búsqueda. Cuando el ADN en el banco genético le dio negativo, decidió hacerse uno pago que se llama Family Tree, y que requiere el envío del material genético a Estados Unidos. Mientras espera obtener algún dato de allí, se reúne con este colectivo de personas que están unidas por el mismo denominador común: la partera que intervino en su nacimiento.

“Lo que hacemos es acompañarnos, apoyarnos, aprender del otro, darnos cuentas que las cosas que sentimos no son solamente nuestras, que es nuestro grupo. Nos sentimos totalmente reflejados en el otro, entonces eso nos hace sentir que no estábamos equivocados porque muchas veces lo que uno siente es que está equivocada. Necesitas encajar, necesitas pertenecer. Y cuando sos chico y te encontrás con todas esas situaciones es muy difícil”, reflexiona Lorena.

Flavia

Flavia Dubin tuvo una adolescencia muy difícil: a su madre de crianza le quitaron la tenencia
Flavia Dubin tuvo una adolescencia muy difícil: a su madre de crianza le quitaron la tenencia (Santiago Saferstein/)

Flavia Dubin, que según su partida nació el 7 de octubre de 1977, siempre supo que no era hija biológica de sus padres de crianza. Le dijeron que la habían ido “a buscar a un lugar” y que como tuvo bajo peso estuvo un tiempo internada y recién una semana después pudo volver a su hogar.

Su adolescencia no fue fácil. “Mi papa fallece cuando yo tenía 15 años, mi mamá tenía problemas mentales: alcohólica, maltratadora. Le sacaron mi tenencia cuando yo era adolescente. Pasé un poco a estar en la buena de dios, con la directora del colegio, con la mama de mis amigas, para evitar ir a un internado de menores”, explica.

Dice que cuando tenía entre 16 y 17 años fue la Conadi, se hizo la prueba de ADN y le dio negativo. Pero su búsqueda continuó. Recurrió, como el resto de las mujeres que la acompañan en esta nota, a hacer una búsqueda en internet y así dio con este grupo de pertenencia. Cuenta que se reúnen periódicamente, plantean objetivos para avanzar con las búsquedas y también acompañarse emocionalmente.

“A mí me sentaron, cuando tenía cinco años, a plantearme que les habían ofrecido dos hermanitos míos que eran mellizos. Después al final no lo compraron pero se plantó en la mesa de mi casa. Como se me planteó a mí se les debe haber planteado a muchos otros de nosotros”, recuerda. Teniendo esto en cuenta dice que quizás muchos de ellos, que comparten esta búsqueda pueden llegar a ser hermanos.

“No tengo rencor, quemé todas las etapas como lo sé de tan chica ya pase por todo y capaz me oriento quizás a la búsqueda de algún familiar, de algún hermano, o aunque sea quiero ayudar a todos los que estén en la misma situación que nosotros”, concluye.

Terminan la charla y se abrazan fuerte. Piden que le haga una foto a las cuatro juntas. “Somos una familia, no estamos solas”, dicen mientras miran a la cámara.

Fotos: Santiago Saferstein

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Fuente: Infobae Fecha:

Categorías: Noticias

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