El papa Francisco reprendió este martes visiblemente molesto a una mujer que lo agarró bruscamente del brazo y lo tiró hacia ella, cuando saludaba a los fieles en su visita a la plaza de San Pedro tras oficiar la última misa del año.
La mujer, de rasgos asiáticos, se encontraba junto al resto de fieles tras las barreras de seguridad de la Plaza. Cuando el Papa pasó a su lado, ella se apresuró a tomarlo del brazo con sus dos manos para retenerlo y tratar de hacerle un comentario.
Francisco, que casi pierde el equilibrio por el tirón, trató inmediatamente de soltarse y, tras lograrlo, le golpeó la mano en señal de reprimenda, visiblemente irritado, mientras sus agentes de seguridad se acercaron en su ayuda, aunque no tuvieron que intervenir.
El Sumo Pontífice, de 83 años, se retiró de la escena visiblemente ofuscado por lo ocurrido.
El encontronazo se produjo en la plaza de San Pedro del Vaticano, adonde el pontífice argentino llegó para visitar el árbol y el Portal de Belén instalados durante el periodo navideño.
Minutos antes, Francisco había oficiado la última misa del año, la de las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y de agradecimiento por el año 2019.
Durante la misa de agradecimiento, animó a la Iglesia a superar “viejas lógicas de contraposición” y a atender a las necesidades y al “grito de ayuda” de la sociedad.
El pontífice se preguntó ante cardenales, arzobispos y fieles qué es lo que Cristo pide: “Nos confía su palabra y anima a zambullirnos en la masa, a implicarnos en el encuentro y en la relación con los habitantes de la ciudad para que su mensaje corra rápido”.
“Estamos llamados a encontrar a los demás y escuchar su existencia, su grito de ayuda ¡Escuchar es ya un acto de amor! Tener tiempo para los demás, dialogar, reconocer con mirada contemplativa la presencia y la acción de Dios en sus vidas”, agregó.
El papa explicó que este “servicio de amor” llega a “cambiar la realidad” en el mundo y dentro de los muros del catolicismo.
“Actuando así, de hecho, en la ciudad y también en la Iglesia circula un aire nuevo, ganas de ponerse en camino, de superar las viejas lógicas de contraposición y obstáculos para colaborar juntos edificando una ciudad más justa y fraterna”, indicó.
Francisco alentó a los prelados asegurando que “no debemos tener miedo o sentirnos inadecuados para una misión tan importante” pues Dios elige a sus servidores “porque son y se sienten pequeños”.
Con información de EFE
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