Eran las diez de la mañana del 28 de julio de 2000, y el caos se había apoderado del centro de Lima. En medio de gritos, el Banco de la Nación se envolvía en un manto de llamas que devoraban sus paredes, mientras el humo ennegrecía el cielo. Las voces de la multitud, cansada de años de injusticia, se alzaban como el reflejo de una batalla que pocos creían ya sin esperanza.
Pocos minutos antes de que estallara el siniestro, Alberto Fujimori había jurado nuevamente como presidente de la República frente al Congreso. Mientras tanto, las llamas que consumían la entidad bancaria se extendían vertiginosamente, devorando todo a su paso.
Este trágico suceso, que cobró la vida de seis peruanos, ocurrió en el contexto de la Marcha de los Cuatro Suyos. En ese sentido, se creía que algunos de los manifestantes, liderados por el excandidato presidencial Alejandro Toledo, habían incendiado la sede del Banco de la Nación.
Durante varias horas los disturbios, la violencia y los enfrentamientos dominaron las principales arterias del centro de Lima. El caos se apoderó de las calles, al tiempo que el aire se impregnaba con el olor de las bombas lacrimógenas. Al mediodía, el cielo no parecía presagiar nada favorable, puesto que estaba cubierto por el humo de las llantas quemadas.
Al día siguiente del dantesco incendio, el diario El Peruano dedicó un editorial al trágico suceso, que contrastaba con la situación que se vivía en el Parlamento. “No hay otra forma de calificar el premeditado incendio de numerosos edificios públicos con ingentes deterioros materiales y la destrucción de documentos de incalculable valor intrínseco, pero más que todo eso, la pérdida de seis humildes vigilantes, quienes murieron a manos de los incendiarios mientras cumplían su tarea”, se lee.
Lo ocurrido el 28 de julio de 2000 dejó más de una interrogante en la opinión pública, las cuales fueron respondidas con el paso del tiempo. Sin embargo, en su momento, la responsabilidad de las muertes fue atribuida a los manifestantes que protestaban contra el gobierno de Fujimori.
Es preciso señalar que también existían voces que apuntaban a la presencia de infiltrados y miembros del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) en las protestas. Ante este panorama, es pertinente dar a conocer la historia completa.
El dantesco incendio del Banco de la Nación
La denominada Marcha de los Cuatro Suyos concluyó sumida en violencia, disturbios y enfrentamientos. Varias avenidas fueron bloqueadas con piedras y llantas en llamas, mientras Alberto Fujimori asumía el cargo de presidente del Perú en el Congreso de la República.
Los primeros disturbios comenzaron alrededor de las 9 de la mañana, cuando los manifestantes que intentaban llegar al Parlamento por la avenida Abancay fueron dispersados por efectivos de la Policía Nacional, quienes habían formado férreos cordones de seguridad en las principales vías del centro de Lima.
Miles de manifestantes respondieron con gritos y arengas contra los agentes. Ante la firmeza de la policía, los manifestantes se replegaron hacia el Parque Universitario, pero regresaron a marchar, esta vez acompañados por un grupo de congresistas de oposición, quienes también fueron afectados por los gases lacrimógenos.
Un grupo de manifestantes logró llegar hasta la Plaza Mayor de Lima, donde derribaron una caseta de la Policía Nacional, que fue posteriormente incendiada. Los disturbios se intensificaron alrededor de las 13:30 horas, cuando un numeroso grupo irrumpió violentamente en la Plaza Mayor, atacando a la policía que custodiaba el área.
El director del Hospital Arzobispo Loayza, José Mauricci Ciudad, informó que la mayoría de los heridos presentaba heridas punzocortantes, fracturas, quemaduras o problemas por la inhalación de gases lacrimógenos. El médico también mencionó que tres vigilantes de la Corte Superior de Justicia de Lima fueron ingresados a la unidad de cuidados intensivos con quemaduras y fracturas graves tras saltar desde los pisos segundo y tercero para salvarse del incendio que consumía el edificio judicial.
El incidente más trágico se produjo en la oficina del Banco de la Nación, ubicada en la cuadra 10 de la avenida Nicolás de Piérola. Según reportes de los bomberos, seis personas murieron en el siniestro, el cual fue provocado por bombas caseras (molotov). En un comunicado emitido por el Banco de la Nación, se identificó a las víctimas como Hugo Fernando Miranda Suárez (35), Miguel Pariona Gonzales (28), Guillermo Angulo Concha (42), Víctor López Asca (45), Antonio Gonzales Dávalos (38) y Pedro Valverde Baltazar (35), todos ellos trabajadores de la entidad estatal.
El 28 de julio de 2000, el defensor del Pueblo, Jorge Santistevan de Noriega, lamentó que “un acto pacífico e incluso festivo que se había desarrollado un día antes sin contratiempos haya devenido en actos de violencia con el saldo trágico de pérdida de vidas humanas”.
El director general de la PNP, Fernando Dianderas Ottone, denunció que los vándalos impidieron que los bomberos lograran controlar los incendios. “El personal de Inteligencia colabora eficazmente en la lucha contra el narcotráfico y es una falacia afirmar que se han infiltrado en una marcha”, aseguró.
Por su parte, el comandante Jesús Hundskopf, quien participó en la extinción de los incendios provocados por grupos descontrolados, afirmó que los vándalos portaban “cartuchos de dinamita, armas de fuego y otros instrumentos para causar destrozos”.
El excandidato presidencial Alejandro Toledo denunció esa noche que las fuerzas del orden “secuestraron” una unidad de bomberos para impedir que apagaran uno de los incendios en el edificio del Banco de la Nación. En una rueda de prensa convocada el 28 de julio, el excandidato presidencial afirmó que “al menos cien agentes del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) se infiltraron en las manifestaciones y ocasionaron los actos vandálicos”.
Las seis víctimas fatales del incendio pertenecían al equipo de seguridad de la sede central del Banco de la Nación y murieron asfixiadas y quemadas tras intentar inútilmente combatir el fuego con extintores.
Responsables del trágico suceso
El ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos fue condenado a 10 años de prisión por su responsabilidad en la muerte de seis vigilantes del Banco de la Nación, un trágico suceso ocurrido durante la Marcha de los Cuatro Suyos en julio de 2000. La sentencia fue emitida por la Segunda Sala Penal Especial de la Corte Superior de Lima, en un juicio que se llevó a cabo en la Base Naval del Callao.
El tribunal halló culpable a Montesinos de varios delitos, incluyendo autor mediato por afectar la seguridad pública, así como instigador de un delito contra la administración pública, específicamente peculado en perjuicio del Estado y la sociedad. Así lo informó la Agencia Andina en 2009.
En ese mismo año, la DPA (Agencia Alemana de Prensa) también informó el hecho de la siguiente manera: “Según aspectos divulgados del fallo, el tribunal, presidido por José de Vinatea, tuvo que procesar a Montesinos sólo por peculado y delitos contra la seguridad pública, pese a todos los indicios que señalan que el incendio en que murieron seis vigilantes fue desatado por órdenes del entonces asesor de Inteligencia”.