Durante un largo tiempo, Kathryn Berrisfor (33) buscó un hijo junto a su marido de manera natural. Quedar embarazada no le resultaba difícil, pero sufría tales complicaciones que el embarazo nunca llegaba a término.

La embrióloga británica, que trabaja en la clínica de fertilidad Care en Nottingham, sufrió cuatro abortos espontáneos y se sometió a distintas pruebas médicas para saber cuál era el problema. “La recomendación era que siguiera tratando y que, con suerte, en algún momento tendría a mi bebé”, contó en una entrevista con el medio BBC.

Kathryn Berrisford es una embrióloga británica que trabaja en la clínica de fertilidad Care en Nottingham (Facebook).

Kathryn Berrisford es una embrióloga británica que trabaja en la clínica de fertilidad Care en Nottingham (Facebook).

Ya que trabaja en una clínica de fertilidad y sus médicos de cabecera no le daban una solución ni una explicación, solicitó la ayuda de sus colegas. Luego de varios análisis, los especialistas descubrieron el motivo de sus abortos.

Ella y su pareja, llamado Joss, tienen el mismo tipo de un antígeno específico en sus sistemas inmunológicos. Un antígeno es una sustancia que desencadena la formación de anticuerpos y puede causar una respuesta inmunitaria.

“Por esta razón mi cuerpo no veía al esperma del embrión como algo extraño (a mi propio cuerpo) y eso hacía que el embarazo no prosperara”, explicó. Para que el embarazo sea exitoso, Kathryn tenía que someterse a un método llamado “inmunoterapia con linfocitos”

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El tratamiento consiste en sacarle sangre al padre, aislar los glóbulos blancos en el laboratorio e luego inyectarlos en el cuerpo de la madre. “Se le suministran a la madre antígenos del padre, que van a ser parte del bebé, y esto provoca una reacción en su sistema inmunológico para que lo acepte”, le explica a Marcelo Cavalcante, investigador del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Fortaleza, en Brasil, al mismo medio.

Aunque las inyecciones se hacen en preparación al embarazo, preferentemente de forma intradérmica, pueden repetirse cada tres o cuatro semanas durante la gestación para mantener mantener activa la reacción inmunológica,

 “Así, en la siguiente ocasión en que el óvulo y el esperma se juntaron, mi cuerpo entendió que (el embrión) era un cuerpo diferente y eso desató el proceso del embarazo”, sostuvo Kathryn. Y agregó: “Básicamente, me hicieron alérgica al esperma de mi marido para quedar embarazada“.

Luego de someterse a este tratamiento, la embrióloga dio a luz un año después a su hija Mae, quien nació en perfecto estado de salud. Al poco tiempo, quedó embarazada de su segundo hijo.

Luego de someterse a este tratamiento, la embrióloga dio a luz un año después a su hija Mae (Facebook).

Luego de someterse a este tratamiento, la embrióloga dio a luz un año después a su hija Mae (Facebook).

Pese a que este tratamiento fue muy beneficioso para Kathryn, genera controversias en el mundo de la medicina. La inmunoterapia con linfocitos está prohibido por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) en Estados Unidos, no está recomendado por la Organización Mundial de La Salud (OMS). Tampoco lo ofrece el servicio nacional de salud británico (NHS, por sus siglas en inglés)

Puede hacerse de forma privada en México (de hecho, muchas mujeres estadounidenses viajan hasta la ciudad fronteriza de Nogales para someterse al tratamiento) así como en otros países de América Latina, y en algunas clínicas de Asia y Europa, aunque son contados los especialistas que lo ofrecen.

Su costo varía según el país, pero las inmunizaciones previas al embarazo pueden rondar los 1.000 dólares y, en los casos en que se requieran más inyecciones durante el embarazo, pueden añadirse otros 1.500 dólares.

CD.

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