El ring del gimnasio que posee Pablo Chacón en Las Heras, Mendoza (Agustín Moya)
El ring del gimnasio que posee Pablo Chacón en Las Heras, Mendoza (Agustín Moya)

En Mendoza va oscureciendo y la actividad en el gimnasio de Pablo Chacón llega a su fin. Es feriado, pero para los fieles del ring que se montó en el año 2002 en Las Heras no existen los días no laborables. Ya guantearon, levantaron pesas y saltaron la cuerda. Algunos jóvenes y otros no tanto. Las chicas no faltaron a la sesión vespertina. Lo que hace unos años era un galpón abandonado hoy está repleto de vida.

Después de intercambiar diálogo con Infobae, el Relámpago muestra cada uno de los rincones de su segunda casa. Habló de su pensión, montada en el mismo establecimiento. Y señala la escalera en la que viven unos 10 chicos que son las grandes promesas del boxeo cuyano y nacional.

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Los estrechos peldaños conectan con un piso que funciona como living comedor y una puerta que dirige al cuarto de los potenciales campeones. El primer golpe de vista impacta: uno de los muchachos está recostado sobre un fino colchón del que sobresale gomaespuma, luce exhausto. Pero pese a al agotamiento físico producto de una dura jornada de trabajo a la que se le suma una estricta dieta que le impide sumar kilos para dar el peso justo previo a un combate, logra hacer contacto visual e invita a ponerse cómodos a los visitantes inesperados.

La entrada del gimnasio Pablo Chacón, situado en la ciduad de Las Heras, Mendoza (Agustín Moya)
La entrada del gimnasio Pablo Chacón, situado en la ciduad de Las Heras, Mendoza (Agustín Moya)

Quien intenta recuperarse y reincorporarse es Abraham Buonarrigo, joven pugilista pupilo de Chacón, que con el último aliento accede a un par de fotografías. Tarda varios segundos en pararse, le duele cada uno de sus músculos.

Junto a él está Matías Huircán, otro de los valores con los que cuenta el último medallista olímpico argentino de boxeo (Atlanta 96), que prepara la merienda. Habrá té con azúcar y unos trozos de pan que probablemente hayan sobrado del mediodía. A la heladera no le sobran alimentos y la alacena cuenta con los elementos básicos como aceite y sal. El termo y el mate están siempre a mano. En este complejo donde también se practican algunas artes marciales todo es humildad y esfuerzo.

Matías Huircán, Abraham Buonarrigo (sentado) y Marcos García, algunos de los pupilos que pasaron por la pensión de Chacón (Agustín Moya)
Matías Huircán, Abraham Buonarrigo (sentado) y Marcos García, algunos de los pupilos que pasaron por la pensión de Chacón (Agustín Moya)

Semana a semana, Chacón se las arregla para obtener indumentaria y calzado para sus diamantes en bruto, a los que les inculca la cultura del trabajo para tener algunos pesos encima y darse algún gusto. Salen a changuear y un par estudian el profesorado de educación física. Los requisitos para ser “inscriptos” en su pensión son tener una base como boxeadores (su gimnasio no funciona como sala de pruebas) y que el entrenador personal esté de acuerdo con su incorporación.

Chacón fue boxeador y hoy es un todoterreno. Entrenador, manager y casero. La necesidad lo lleva a desdoblarse. Tiene conexiones a nivel nacional e internacional para armar peleas, pero al mismo tiempo está pendiente de que no falte nada en su gimnasio. En el cuarto del entrepiso duermen chicos de distintas provincias del país (incluidos los locales). Jonathan Barros, Juan Carlos Reveco y Betiana Viñas son algunos de los apellidos de renombre que echaron sus raíces allí.

También su hermano, Javier Chacón, que se consagró campeón argentino y sudamericano y peleó por el título mundial. “Trato de darles oportunidades a todos los que me la pidan”, asegura el ex campeón mundial, quien heredó las mañas de Ricardo Bracamonte, su entrenador ya fallecido. Hoy cuenta con Armando Aníbal Andrada como colaborador y llevan adelante esta empresa que tanto disfrutan.

Armando Aníbal Andrada y Pablo Chacón posan para la cámara después de un agotador día de entrenamiento (Agustín Moya)
Armando Aníbal Andrada y Pablo Chacón posan para la cámara después de un agotador día de entrenamiento (Agustín Moya)

Entrenadores de todo el país envían a sus boxeadores, que pueden trabajar bajo la órbita de Chacón para perfeccionarse y luego volver a sus ciudades. “Si un pibe anda bien y nos elige para ser profesional, nosotros igualmente seguimos en contacto con su primer entrenador, la idea no es robarles los boxeadores a nadie”, aclara Julio Pablo.

Dedicación, sacrificio y constancia son las palabras que más repite. Preparación y entrenamiento son las que están incorporadas en la mente de cada uno de sus pupilos. “Hay un montón de chicos que creemos que van a andar bien, pero tiempo al tiempo”, advierte. Y también aconseja con sus experiencias personales a los más chicos. Chacón sufrió por algunas malas administraciones propias y saca pecho con al que cree fue la mejor inversión de su vida: el gimnasio que hoy comanda. “Uno cree que el dinero no se va a terminar nunca y, un día, se termina”, manifestó en otro capítulo. Por eso la idea del ahorro es un punto a desarrollar para los suyos.

Buonarrigo, con esfuerzo, logró incorporarse y levanta el pulgar en el lugar donde duerme junto a otros jóvenes boxeadores (Agustín Moya)
Buonarrigo, con esfuerzo, logró incorporarse y levanta el pulgar en el lugar donde duerme junto a otros jóvenes boxeadores (Agustín Moya)

Chacón se asoma al primer piso, ve que está todo bastante desarreglado y reta a sus chicos: “Che, a ver si ordenan un poco que tienen todo tirado”. En momentos puntuales, hasta toma un rol paternal.

“Calculo que voy a estar ligado al boxeo hasta el día que me muera. Espero sacar muchos campeones y, si no, darles oportunidades a los chicos para que mejoren su calidad de vida, salgan de las adicciones, de la calle, se eduquen y se formen como personas a través de esta disciplina”, es una de las reflexiones con las que convive Chacón, que remarca que no selecciona a los jóvenes por ser buenos o malos y que aprovecha las redes sociales para tener activa una fuente de consulta con todo el mundo.

Desde hace cinco años trabaja con Ramón Quiroga, hoy en la selección argentina. Y es él quien triangula con Juan Carlos Videla en Orán (Salta), Mendoza y el conjunto nacional. En el futuro, proyecta hasta una ley de derechos de formación para el boxeo, idéntica a la que rige en el fútbol. En el presente, se centra en el progreso de los chicos: “Quiero acompañarlos en su crecimiento y que sepan que pueden volar”.

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Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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