La disputa entre Perú y Chile por la paternidad del pisco se asemeja a un sofisticado duelo de caballeros, donde cada nación despliega con elegancia sus más valiosas tradiciones y relatos históricos. Los peruanos aseguran que su tierra guarda el auténtico origen de esta bebida espirituosa, mientras los chilenos reivindican su propia versión. Este conflicto, cargado de orgullo y pasión, trasciende lo meramente anecdótico para convertirse en un símbolo de identidad cultural.
Los chilenos, desde tiempos inmemoriales, han creído firmemente que el pisco es una bebida originaria de su país. Esta convicción se ha visto aún más reforzada con un reciente estudio. La investigación liderada por Cristián Cofré, académico de la Escuela de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad de Valparaíso, sugiere que el pisco podría tener sus raíces en la antigua estancia de Alhué, ubicada en la actual Región Metropolitana. Este hallazgo difiere del conocido origen en el valle del Elqui, un lugar en el que, según historiadores chilenos, se tuvo registro del aguardiente de uva en 1733.
Gracias a esta investigación, los vecinos del sur pudieron conocer que en 1717 se realizó un inventario de bienes tras el fallecimiento de Bartolomé Pérez de Valenzuela, dueño de la estancia de Alhué. Este documento, según lo descubierto, tenía como propósito la evaluación y división de sus propiedades entre los herederos. La escritura hallada por Cofré enumera los objetos presentes en la bodega de la viña, entre los cuales se encuentran tinajas de vino y 25 botijas de pisco.
El descubrimiento llenó de entusiasmo a los chilenos. Los peruanos, al enterarse de la noticia, no se desanimaron. Ellos están firmemente convencidos de que el pisco es peruano, y cuentan con una gran variedad de argumentos para sostenerlo.
Ahora bien, ¿cuáles son las razones que exponen con vehemencia los peruanos al declarar que el pisco es indiscutiblemente peruano? Pues bien, en el sur de Perú existía una casta de ceramistas llamados piskos que se especializaron en la creación de recipientes de barro para almacenar líquidos como la chicha. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, estos artesanos comenzaron a fabricar tinajas en forma de ánforas griegas, elaboradas de barro cocido y recubiertas internamente con cera de abejas. Estos recipientes servían para envasar y transportar el aguardiente de uva producido en Pisco.
Es menester señalar que en 1574, se creó el primer mapa conocido de Perú, en el cual se identifica el puerto de Pisco, ubicado al sur de la ‘Ciudad de los Reyes’.
Otro argumento que refuerza la tesis de que el pisco es del Perú se encuentra en un documento de 1588 del Cabildo de Lima, el cual señala que los indígenas y caciques de Ica, ayudados por los españoles, cultivaban uvas y producían vino. Estos indígenas, propietarios de viñedos, no solo producían vino sino también el aguardiente que posteriormente se conoció como pisco.
A estos fundamentos se suma uno más, que bien podría zanjar finalmente el debate en torno al origen del pisco. ¿Es chileno o peruano? Esta interrogante surge recurrentemente entre personas de diversas latitudes del mundo tras degustar la bebida bandera del Perú. Sin embargo, esa duda podría disiparse al conocer los manuscritos comerciales de 1583 y 1587, que demuestran que Perú producía y comercializaba aguardiente de uva desde entonces.
Los documentos que ratifican el origen peruano del pisco
El Archivo General de la Nación en Perú ha revelado la existencia de dos manuscritos comerciales inéditos que datan de los años 1583 y 1587. Estos documentos confirman que el país producía y comercializaba aguardiente de uva, lo que ratifica el origen peruano del pisco.
El primero de los manuscritos, que data de 1583, menciona la entrega de aguardiente de uva en botijas de aguapié o pisco en un lagar ubicado en la región de Ica. Este hallazgo ofrece evidencias concretas de la producción y comercialización de esta bebida alcohólica durante el siglo XVI en Perú.
El segundo documento, fechado en 1587, describe una controversia legal entre Manuel de Asante y Jorge Capello. En este caso, se menciona la petición de entrega de una caldera y una cantidad considerable de aguardiente de uva y vino, como parte de los bienes mancomunados entre las partes en conflicto.
Sobre estos hallazgos, Infobae Perú conversó con el historiador Julio Hernández, quien exploró las entrañas del Palacio de Justicia, específicamente el sótano de la sede principal del Poder Judicial (PJ) que alberga el Archivo General de la Nación (AGN) desde el siglo XIX. A este lugar, donde se preservan más de 150 millones de documentos que testifican los 201 años de nuestra historia republicana, el investigador llegó con el propósito de hallar documentos que ratifiquen la génesis del pisco peruano.
“El trabajo consistía en revisar cada una de las escrituras de estos protocolos notariales, que son aproximadamente 12 y datan entre los años 1568 y 1598. Al investigar cada uno de estos archivos, podíamos observar las herramientas que se utilizaban en la época, los tipos de contratos, los personajes vinculados a la producción y las resoluciones de los pleitos entre compañías”, dijo.
Respecto a la controversia, Hernández dio a conocer la historia detrás de un manuscrito encontrado en el sótano de la sede principal del Poder Judicial. “La escritura de 1587 trata de una resolución de pleito entre dos hermanos, Manuel de Asante y Jorge Capello. Estos habían formado una compañía que, al parecer, había finalizado. Al concluir la sociedad, cada socio reclamó sus bienes mancomunados. Una de las partes solicitó la entrega de una caldera, herramienta para la ebullición del vino, mientras que el otro pidió una gran cantidad de aguardiente y vino que también había entregado a favor de la empresa”, señaló.
Es importante indicar que los documentos analizados por el historiador y su equipo de investigadores llegaron al Archivo General de la Nación en los años 70 desde Ica. A pesar de los esfuerzos de las autoridades locales por conservarlos adecuadamente, el paso del tiempo ha afectado estos papeles. En el siglo XVI, los pobladores utilizaban tinta de hierro para escribir, y prueba de ello son las reliquias encontradas, que presentan manchas de óxido.
Infobae Perú también entabló una conversación con Elena Botton, paleógrafa, investigadora y especialista en archivo de la Dirección de Archivo Histórico del AGN, quien dio detalles del contenido de otro documento analizado por su equipo. Se trata del testamento de Manuel de Asante.
“Manuel de Asante se rodeaba de su compadre y albacea Pedro Manuel ‘el Griego’, quien fue el más antiguo productor de pisco y cuyo testamento es el documento más antiguo en lo que respecta al origen de esta bebida. Otro de sus albaceas fue Jorge de Candia, quien se convirtió en tutor de los hijos de Asante, lo que refleja una relación muy cercana entre ellos. En los papeles antiguos encontramos información sobre los bienes que poseía Él menciona: ‘En mi casa tengo tinajuela de aguardiente, barriles de aguardiente, dos pipas de aguardiente y una caldera para hacer aguardiente’, relató.
Los hallazgos de los especialistas llenaron de entusiasmo a los peruanos. La ministra de Cultura, Leslie Urteaga, no fue ajena a esta algarabía. En diálogo con los medios de comunicación, destacó el valor del archivo que ratifica el origen peruano del pisco. “(…) Primero es tener la documentación, tener los argumentos sólidos. Creo que no hay nada que discutir sino afianzar esta herencia que tenemos todos y todas las peruanas de saber que aquí se hace pisco desde mucho antes de 1587. Ya tenemos un documento que lo dice”, sostuvo.
Es preciso señalar que las autoridades competentes están trabajando en su declaratoria como Patrimonio Cultural de la Nación. Además, se informó a la opinión pública que el archivo que evidencia el origen del pisco, será inscrito en el Comité Peruano de Memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Finalmente, Julio Hernández, especialista del Archivo General de la Nación, dijo que “se puede especificar que ya existían compañías que producían aguardiente de uva y, además, que esta bebida no solo se transportaba de puerto a puerto, sino que también se vendía en pulperías y tiendas alrededor de las trazas urbanas de las vías”.