Luna Miguel (Adrián Escandar)
Luna Miguel (Adrián Escandar)

El mundo de Luna Miguel se parece a los dibujos que le trepan por los brazos en forma de tatuajes hasta que su camisa de seda negra se le encaja en los codos. Una sirena, una rosa roja con algunas espinas, un conejo, un ancla de marinero y una luna se desparraman causando el efecto de una ilusión, pintando el mundo fantástico en el que se sumergía de adolescente, entre las lecturas de El guardián en el centeno, La senda del perdedor, los poemas de John Fante, El libro de Monelle, y Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas

La escritora española, que visitó Argentina para participar del Festival de Poesía de Buenos Aires, era aún más joven cuando empezó a interesarse -obsesionarse, dice ella- con la figura de las nínfulas. Niñas con las que ella se identificaba, pero cuya existencia estaba rodeada por la tragedia. Mientras que los personajes masculinos de sus lecturas tenían vidas apasionantes, llenas de aventuras y de libertad, los femeninos siempre sufrían y terminaban sus días violadas o asesinadas. “En ese momento yo pensaba, si estos relatos tuvieran algo de la vida real, ¿a quién me parecería yo? ¿Estaría del lado de las muertas violadas o del lado de las personas libres que hacen lo que les da la gana? Pues, evidentemente, ¡yo quiero del lado de las personas libres!”, recuerda la escritora, nacida en Alcalá de Henares en noviembre de 1990.

Sin embargo, lo que le atraía era que la tragedia de las nínfulas solía rodearse de mucha ficción, mucha fantasía y mucha magia. Como en El libro de Monelle, del escritor francés Marcel Schwob y una de las novelas favoritas de la escritora, en el que una prostituta de once años muere de sífilis y quien era su amante le dedica una serie de cuentos fantásticos, repletos de hadas y de personajes increíbles. Con esas ideas fue que la periodista, poeta, ensayista, traductora y editora se planteó crear su propia ‘Lolita’ en la que se convirtió en su aclamada primera novela y que en América Latina ya fue publicada en México, Colombia y Argentina. Pese a que fue una escritora precoz -su primer libro fue publicado cuando tenía apenas 20 años-  y su popularidad se ha cristalizado a través de los años en los miles de seguidores que cosecha en las redes sociales, la salida de su novela la ha consagrado como una de las voces más fuertes e interesantes de la actual escena literaria española. 

El funeral de Lolita (Lumen, 2018), entonces, es una novela en la que se mezclan esos mundos que le interesan a Miguel, entre la magia y la sexualidad, aunque admite que lo único mágico de su relato ocurre en la cabeza de la protagonista como consecuencia de los litros de alcohol. A través de un mensaje de texto parco, Helena se entera de que quien fuera su amante y profesor de literatura en el bachillerato ha muerto, y decide volver a su ciudad natal para asistir al funeral. Huérfana de madre y padre, reputada crítica gastronómica y periodista, la protagonista utiliza aquel viaje hacia su pasado para desenterrar una historia que tuvo más abuso que amor, más dolor que compañerismo y que dejó huellas que sobreviven hasta la muerte.

Miguel no pretende una reescritura de la novela de 1955 de Vladimir Nabokov, pero es cierto que entabla un diálogo que nos permite repensar una obra que ha sido -después de censurada- elevada a la altura de un ícono de nuestro tiempo. “Lolita es una novela sobre un personaje -Humbert Humbert- con una labia y una capacidad asombrosa de crear imágenes hermosas, capaz de hacer creer que lo que él está contando es la verdad, cuando en realidad se trata de un relato terrorífico. Exactamente por eso me gusta, porque es una obra mucho más interesante que en lo que la ha convertido el cine o la cultura pop”, reflexiona.

El argumento coincide con la mirada del autor cuando, en una entrevista para el mítico programa de la literatura francesa Apostrophes, conducido por Bernard Pivot, responde, contundente: “Lolita no es una niña perversa. Es una pobre niña que corrompen y cuyos sentidos nunca se llegan a despertar bajo las caricias del inmundo señor Humbert”. El autor ruso-americano completa su respuesta hablando de “degradación” y de una obra “falseada”.

 

“De Lolita nos han quedado los labios, su lengua, o algunas otras imágenes sumamente eróticas, pero en realidad la novela es el retrato de una persona que es monstruosa. No sólo es un pederasta, sino una persona que roba a la familia de Dolores Haze, que secuestra a la niña… Y hay un componente de clase importante: Humbert Humbert es un profesor de francés europeo, que llega a un barrio humilde de los Estados Unidos, y lo único que hace es burlarse de esa gente; él cree que el mundo es suyo. Él, señor blanco, europeo, que puede permitirse destruir todo lo que está a su paso, pero que como escribe bonito, nos seduce y le creemos lo que nos dice”, explica Miguel.

En el marco de los debates que abrió el feminismo, hace poco se planteó una polémica sobre si había que dejar de leer a ciertos autores por los temas de sus obras, o por algún episodio de su pasado. Como lectora,  ¿dirías que ‘hay que’ dejar de leer algo o a alguien?

—Creo que no. Hay muchos relatos que pertenecen -por suerte- a otras épocas, y creo que sirve leerlos para no repetirlos en la nuestra. Pienso que es importante leer a (Charles) Bukowski, por ejemplo, sabiendo que era un maltratador de mujeres. Lo grave es ocultar la realidad. Lo grave es que en las escuelas o en las universidades de Chile no se diga que Pablo Neruda en sus famosísimas memorias cuenta la violación a una mujer. Si se sigue estudiando esa obra se tiene que decir que eso ocurre en ese libro, como también se dicen otras cosas de la vida de Neruda. Y creo que ese mismo criterio se puede aplicar a otras artes, pero claro, es complejo. En el caso de Nabokov me parece importantísimo leer Lolita para pensar cómo hemos normalizado la pederastía en la cultura y en la sociedad al normalizar ese relato. ¡Una normalización que además el mismo autor criticaba!

—¿Por qué decís que es complejo ese ejercicio?

—Porque son personajes que lo han tenido todo. Y que lo siguen teniendo todo. En España ahora mismo hay un debate tremendo después de la Bienal de Vargas Llosa (cuestionada por la escasa presencia femenina en su programación), y no hay momento en que te metas en Twitter y no estén los escritores varones, blancos, heteros negando que haya algo así como machismo en la literatura. Creo que ese es el problema, la negación de la realidad. Y creo que si seguimos leyendo a ciertos autores que claramente representan esa realidad, que además sigue ocurriendo… Hay que leerlos y hay que enseñar que esa es una actitud que no se puede permitir más. A nivel personal es otra cosa.

Luna Miguel (Adrián Escandar)
Luna Miguel (Adrián Escandar)

—¿En qué sentido a nivel personal es otra cosa?

—A mí me pasa que no quiero ver más películas de Woody Allen, así como también consumo de otra manera a algunos escritores, desde que he sabido ciertas cosas. Creo que es posible que llegue un momento, tal vez por hartazgo, en el que me termine desprendiendo del mínimo cariño que me quedaba para algunas obras… Por suerte en la literatura hay mucho de donde elegir y mucho para leer, y no tengo que ir al canon establecido si sé además que en ese canon establecido hay una pandilla de gilipollas. En resumen, creo que sí, que hay que seguir leyendo todo con el objetivo de evitar que ciertas situaciones se repitan.

—Un artículo publicado recientemente consultaba a varios escritores sobre este tema, puntualmente sobre si se cuidaban de algo a la hora de escribir. Y partía de la idea de que hoy en día existe, debido al feminismo, una atmósfera de ‘corrección política’ que podría ser un problema para la literatura. ¿Creés que es así?

—Para mí la corrección política es un invento de la derecha para tachar todo aquello que precisamente critica lo establecido -y mal establecido- en la sociedad. En España, por ejemplo, hace un tiempo un humorista hizo un chiste sobre gitanos. Mucha gente lo criticó por irrespetuoso, hubo cartas, quejas, etcétera. Y enseguida surgieron sus defensores a gritar: ‘Uy, la corrección política’. No. El tipo hizo un chiste de mal gusto sobre un grupo de personas que son perseguidas en nuestro país, ¡y que fueron perseguidos históricamente en el mundo! Es decir, lo gitanos están mal vistos en nuestra sociedad, entonces el chiste del humorista sólo reproduce el pensamiento establecido. Por eso el concepto de corrección política a mi me pone muy nerviosa, y aunque se instala intento usarlo lo menos posible. “Contra la corrección política… “, los titulares así abundan en la prensa española. Hay un documental sobre Vox en Netflix, en el que explican el término y rastrean que viene de la derecha estadounidense, que lo usa para criticar los reclamos estudiantiles. Entonces cuando uno empieza a pensar en que el término está de moda hace pocos años y de dónde viene, se da cuenta cómo se nos ha instalado también a quienes tenemos otras ideas, a nosotras las feministas, y se nos instaló como algo malo cuando en realidad se ha utilizado para violentar, es tremendo.

Luna Miguel (Adrián Escandar)
Luna Miguel (Adrián Escandar)

—En su stand up Nanette, Hannah Gadsby hace una crítica muy aguda de la Historia del Arte, en la que cuestiona a grandes figuras como Pablo Picasso pero también a su obra que, según explica, está igualmente atravesada por la misoginia del artista. Pareciera que no se puede, después de todo, separar al artista de su obra…

—Claro, yo estoy de acuerdo con ella y me parece una idea muy interesante. Aunque ella llega a esa conclusión sobre Picasso después de haber estudiado mucho. Es decir, es alguien que ha estudiado Arte, que conoce de sobra cualquier obra de los artistas que menciona, y que llega a esa conclusión  después de haber reflexionado mucho sobre ese tema. La de Hannah Gadsby es una lectura a la que no se llega de entrada. Lo que necesitamos es que Gadsby se convierta en una referente muy potente para que quienes comiencen a consumir arte puedan contar con su visión, y a través de diferentes puntos de vista formar el suyo propio.

—¿Creés que esas distintas miradas pueden ayudar a los más jóvenes a la hora de formarse nuevos criterios?

—Confío mucho en esta generación -la llamada Generación Z, de 22 años para abajo- porque creo que hay mucha gente muy valiosa y que gracias a las redes sociales e Internet llegan a muchos sitios y pueden leer muchas cosas que para nosotros quizás no eran tan accesibles, no estaban tan a la vista. Y confío mucho en que las generaciones que vienen sean cada vez más capaces de formar su propia opinión, no simplemente seguir a una persona y ya. No simplemente decir ‘A Picasso hay que admirarlo porque era el mejor de su época y punto’, o ‘A Picasso no hay que mirarlo porque eso dijo Hannah Gadbsy’, a lo mejor hay que hacer un mix.

—¿Y conocer al enemigo?

—Exactamente. Me lo planteo mucho en relación a un club de lectura que tengo en Instagram. Ahora vamos a leer a autores franceses, y elegí cuatro escritores en total, tres son mujeres y uno es hombre, Michel Houellebecq, que es muy polémico. Varios me preguntaron, sorprendidos: ‘¿pero cómo lo eliges a él?’ Y yo creo que para detectar la misoginia en la literatura sus libros me sirven mucho. Porque gracias a él yo me planteo cosas horribles que ya no voy a tolerar más ni en mi vida y ni en lo que leo, pero a su vez sé que son horribles gracias a que se las he leído a él. Y a que he reflexionado a través de sus libros. Me parece interesante, por eso, saber analizar al enemigo. Porque si solo leemos las cosas que nos gustan o que nos complacen perdemos la capacidad crítica, creo.

Luna Miguel, autora de El funeral de Lolita
Luna Miguel, autora de El funeral de Lolita

—Hace poco una ensayista chilena dijo que ella había tomado dimensión del problema del género en la literatura el día que se dio cuenta que los libros que leía no sólo eran escritos por varones, sino que el lector, el destinatario implícito del relato, también era un varón. ¿Cómo creés que eso moldeó nuestra imaginación hasta ahora y cómo podría cambiar?

—Pensamos en el arte y en la literatura como fenómenos ilimitados -y lo son- pero es cierto que hay muchas lecturas que lo que hacen es limitarnos. Y este ejemplo es muy bueno, no había pensado en ello. Uno de los poemas de (Charles) Baudelaire tiene una referencia de esas, muy explícita, y sí, es eso: escritores varones escribiendo para otros varones. También lo hace Houellebecq… Todos sus protagonistas son personajes masculinos mirando mujeres, siempre lo mismo. Por eso creo que es interesante el momento actual de la literatura, por lo que hay de recuperación también. No quiero pensar que este año o este siglo es el de las mujeres que se despertaron y empezaron a escribir, porque es necesario hacer una lectura histórica y reivindicar a las muchísimas mujeres de siglos pasados que la tuvieron mucho peor que nosotras y que ya escribían, ya pensaban, ya hablaban. A ellas hay que recuperarlas.

—¿Recuperaciones de qué tipo? ¿A qué escritoras por ejemplo?

—Supongo que acá estará pasando también, pero en España, por ejemplo, toda la Generación del 27, y la anterior también. Son muchas las recuperaciones de autoras perdidas. Una amiga mía, Elena Medel, que es mi editora también, va a la Biblioteca Nacional y se la pasa mirando las revistas de literatura y viendo los nombres que se mencionaban allí, y de pronto ve que de tal autora, desconocidísima, hay 30 poemas. Entonces dice, ‘de acuerdo, vamos a hacer el libro de esa persona con sus 30 poemas perdidos en revistas olvidadas’. Por eso creo que el momento es bueno e interesante, por el momento de escritura, de reflexión sobre todas estas cuestiones, sobre qué es lo universal, a quién le escribo, para contar qué cosas; y también por la recuperación de todo lo que quedó tachado por las sociedades anteriores.

—Sin embargo el mundo de la literatura no termina de saldar este debate, ni de abrirse del todo a esta nueva realidad…

—Aunque un poco está cambiando, lo cierto es que en la mayoría de festivales literarios a los que asisto me ponen a leer en ‘poesía femenina’, o en la mesa redonda de ‘poesía y mujeres’, en vez de que simplemente me pongan a hablar de poesía, y ya. ¿Por qué mis poemas tienen que ser pensados como femeninos? Eso hace que las orejas de todos los varones que estén en la sala se cierren porque eso no va con ellos. La literatura así pensada nos limita, y cuando la limitamos deja de interesar. Creo que es lo que nos está pasando a la inversa con muchos escritores. Penguin Random House publicó este libro pequeñito de (Julio) Cortázar que tiene este poema en el que narra una violación. Y después de leerlo me quedé pensando… ‘qué poco me interesa esto’. No porque sienta ‘ay, violación, qué repulsión’ o ‘ay, este tema prohibido’, sino que simplemente ya ni siquiera me interesa. Ahora mismo eso no me interpela, mientras que sí me interpelan otras cosas. Y esto hablando de género, pero si te pones a hablar de países, por ejemplo, yo no conozco ningún escritor de Paraguay. Quiero decir que la literatura es machista, es clasista y es racista. Vas a cualquiera librería y bueno, ahora hay secciones de género, pero es una mesita, el resto son señores, señores, señores y ¿de qué países? Bueno, de Europa, de Estados Unidos, quizás de Argentina y de México. Y listo.

.Luna Miguel (Adrián Escandar)
.Luna Miguel (Adrián Escandar)

—Bueno, eso responde más a la industria editorial que a la literatura, ¿no?

—Sí, quizás debería decir que es la industria editorial la machista, clasista y racista, no la literatura, pero el resultado es parecido, de cualquier manera.

—¿Qué se puede hacer para empezar a cambiar esta realidad?

—Yo me arrepiento mucho de la actitud que mantuve durante los últimos 5  años, en los que apenas he participado a festivales literarios y de poesía en España. Tomé esa decisión porque estaban invitados escritores con conocidas denuncias por ser acosadores, abusadores, victimarios de otras compañeras poetas. Entonces mi decisión era: no participo, no comparto mesa con esos escritores, y no me arriesgo a sentir miedo cuando vuelvo al hotel después de la cena de cierre de esos eventos. Pero admito que fue una decisión que pude tomar gracias a que yo tengo mucha visibilidad, sobre todo en las redes sociales, y entonces siempre supe que no me iba a afectar. Pensé de forma egoísta. Mis lectores iban a seguir ahí, y un festival menos no significaba nada. Ni dos menos, ni tres menos. Pero de repente y gracias a varias compañeras que me ayudaron a abrir los ojos me di cuenta de que había sido un error. De que seguramente si yo decía que no, me reemplazaban en esa mesa por un hombre, o quizás por una escritora que no tiene la suerte de conocer esa circunstancia, y entonces le pasaba algo malo.

—Y entonces empezaste asistir. 

—Sí, pero no sólo yo, y no se trata sólo de asistir. Un ejemplo. María Sánchez, una poeta española que es la autora de Cuaderno de Campo, el otro día hizo algo que me alucinó: en una mesa en la que ella era la única mujer, un tipo mayor empezó a decir que no entendía lo del machismo en la literatura porque ahora parece que únicamente publican mujeres. Y entonces ella hizo un gesto muy exagerado poniéndose la mano en la cabeza como lamentándose por tener que escuchar esa pavada. Y como la charla estaba siendo grabada su gesto se convirtió en un meme y se hizo viral. Y la gente en Twitter rápidamente comenzó a aportar datos. Por ejemplo, que en el último año en tal editorial de poesía se han publicado 20 hombres y 2 mujeres, y en tal editorial esta otra cifra, y así. Cuántas mujeres escriben reseñas, cuántas columnas de opinión, etcétera. Ese movimiento, que es muy importante, se creó gracias a que María Sánchez hizo lo contrario a lo que yo hubiera hecho -ahora no, pero hace 5 años sí- que era simplemente callarme. Imagina que hoy en el Festival de Poesía de Buenos Aires al que iré a leer, alguien interviene para reclamar que por qué leemos mujeres. Bueno, hay que contestar. Si alguien va a una lectura en la que sabe que vamos a leer cinco poetas de distintos países y no le gusta, pues que se vaya a su puta casa, ¿sabes? No pasa nada.

—¿Te sucedió algo así recientemente?

—El otro día en Sevilla di una charla sobre poesía, internet y redes sociales, y en el medio de la lectura un señor levantó la mano y me dijo: ‘Yo creo que escribo mejores poemas que todos los que has leído aquí’. Yo había leído muchísimos, incluso de escritoras importantísimas, como Elena Garro, por ejemplo, pero en general de un gran abanico de sensibilidades. Y el señor saca el poema del bolsillo y ¡comenzó a leerlo! Yo en seguida le dije que se detenga y que se fuera. Y el se quedó como ‘¿cómo?’ Se notaba que era la primera vez que alguien lo había parado al hacer una cosa así. Y esto hay que hacerlo. Es hasta educación. No lo podemos permitir. Si vas por la calle y alguien te escupe, es mala educación. Si vas a un festival y alguien te lee su poema cuando no procede pues eso es mala educación también.

Luna Miguel (Adrián Escandar)
Luna Miguel (Adrián Escandar)

—Volviendo a la escritura, hay temas en la literatura actual que parecen ser los típicamente femeninos: maternidad, abortos, abusos. ¿Te parece que deberían las escritoras tratar de esquivar estas temáticas?

—No estoy segura, supongo que con el tiempo hay cosas que irán cambiando. Pero creo que esos temas aún responden a una necesidad, y que mientras necesidad exista -tanto por parte de las escritoras como de las lectoras- esos temas seguirán estando ahí. Creo que responde a una necesidad de empezar a hablar. O a lo mejor de hacerlo más frontalmente, porque estos temas estuvieron siempre ahí. Hay una novela de Marvel Moreno, que es una escritora colombiana que me encanta, muy menospreciada y recién ahora empezando a ser reivindicada, que se llama En noviembre llegan las brisas. Comienza con una imagen de unos perros persiguiendo una niña, pero en realidad lo que está narrando es una violación masiva. Es posible que los lectores de la época no lo apreciaran, o que no se le haya dado a los relatos sobre esos temas la importancia que se les da hoy. Ahora hemos descubierto que sí nos importa, que queremos leer y escribir sobre ciertas cuestiones porque si no están en el arte parece que no existieran. Entonces creo que todos estos temas que parecen puramente femeninos -aunque no deberían serlo, sino que deberían ser temas universales- están en un momento álgido y se está escribiendo y reflexionando mucho sobre ello. Cuando esa necesidad se cure un poco, podremos empezar a pensar otras cosas.

—Tu novela es sobre un abuso, ¿te cuestionaron alguna vez la temática?

—No se si cuestionado, pero me han preguntado mucho sobre la protagonista de mi novela, sobre si en realidad no es una experiencia autobiográfica. ‘Bueno, entonces ¿tu has sido una Lolita?’. Y la verdad que  me costaba creer que me estuvieran preguntando si me violaron a los 13 años. Porque claro, también existe la imaginación, la literatura afortunadamente también es eso.

—Sobre tu novela pero más en general te pregunto: ¿existe una literatura feminista o existe una literatura escrita por mujeres?

Creo que existen ambos. Lucía Baskaran, otra escritora española, decía hace poco que estamos en un momento en el que los libros no tienen por qué ser catalogados como una novela feminista, si su autora lo es. Yo no creo que el Funeral de Lolita sea una novela sobre feminismo. La palabra no aparece en ningún momento. Y aunque no hay ninguna reflexión al respecto, yo la escribí desde una postura y con una reflexión a la que llegué gracias al feminismo y gracias a la militancia, por así decirlo. Me parece interesante que no tenga que ser tan explícito y que podamos evitar etiquetarnos a nosotras mismas. Y a este respecto también hay una ola muy creciente de hombres -hablo del panorama español- donde se habla mucho de cuestiones de las que antes no se hablaba. Novelas y ensayos en los que se debaten sobre ciertas cuestiones más masculinas como los privilegios,  porque necesariamente toda las nuevas voces y las reflexiones sobre feminismo y desde el feminismo también los están afectando a ellos como lectores y como escritores. Y creo que va a ser muy interesante cómo van a escribir los hombres a partir de ahora, y sobre todo los más chicos, los que están creciendo con estas ideas.  Eso va a dar cosas brutales, de gente que está leyéndolo todo, no sólo su nicho… eso va a ser muy importante.

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Fuente: Infobae

Categorías: Noticias

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